A los que no pertenecemos a ningún partido político nos cuesta creer en la providencia más que amorosa invasora de la organización sobre el individuo. Hay quien no sabría dar un paso sin que se lo ordene la ejecutiva. En la derecha sobre todo, el líder escoge a sus ministros, frena las apetencias excesivas de mando, quita aquí, pone allá para que el presidente no sea superado por nadie -parece que De Guindos anhelaba ser vicepresidente del Gobierno. Rajoy lo plantó para dirigir la Economía, incluso le añadió el pico de rollo de la Industria, pero le cortó el vuelo que anhelaba-. A Sáez de Santamaría le hizo otro tanto. Corre el rumor , ya comentado por los analistas, de que no se lleva del todo bien con Cospedal. A la primera la dedica el jefe al problema catalán saliendo algo menos reforzada, mientras que a la segunda la mejora nombrándolas ministra de Defensa. Ya se verá lo que pasa en el Congreso anunciado. Por aquí por Almería, el poder se redistribuye de igual modo, aunque parezca que no existe la mano invisible ordenadora del mando. Llevamos no se sabe el tiempo preguntándonos si la señora Muñiz será gerente de urbanismo en el Ayuntamiento almeriense o mas bien se limitará a prestar sus servicios como asesora por aquello de llevar tantos años de experta. La oposición no se anda con gollerías místicas. Dice que la recolocan para seguir cobrando parte de su pingue sueldo. Dejamos el asunto a nivel provincial para verlo dibujarse con más claridad en la nación. Desde luego en el PP, por ahora, de primarias nada, por más que se desgañite Alberto Núñez Feijóo. Es normal, por otra parte ,que el partido por su propia dinámica conservadora, se desprenda de alguna figura que dio mucho que hablar. Así, por ejemplo, Ana Mato. Ahora creo que anda por Europa con una misión irrelevante. Respecto a Fernández Díaz está bien reciente su caso. Lo han parado en el parlamento pero el partido ha ido ratoneando vergonzosamente para que siga cobrando. ¿ Qué decir de Rita Barberá? Cuando estalló el presunto pudridero valenciano, nuestro Presidente Rajoy tuvo la valentía de decir en público que era la mejor alcaldesa. En este plan el CIS constata que los votantes del PP muestra menos preocupación por la corrupción que todos los demás partidos. Al fin el partido hace de madrastra.
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