Atentos a Turre

Emilio Ruiz
01:00 • 04 dic. 2016

En las elecciones locales de 2015 el hasta entonces alcalde, Arturo Grima (PP), se quedó a falta de 81 votos para revalidar la mayoría absoluta. Las urnas le dieron cinco concejales, mientras le otorgaron seis a los partidos de izquierdas. Cuatro consiguió el PSOE y dos, la marca local de IU, Somos Turre. El pacto entre estos dos partidos se firmó a última hora. Cuando parecía que Grima iba a seguir en la alcaldía –el hombre se llevó al pleno dos discursos, uno para el caso de que fuera alcalde y otro si se convertía en jefe de la oposición-, el acuerdo llegó a falta de cinco minutos para el comienzo del pleno.
El pacto PSOE-Somos Turre fue un poco rarito. Somos Turre, con solo dos concejales, plantó sobre la mesa sus condiciones y dijo que las mismas eran como las lentejas. El PSOE aceptó. Martín Morales (Somos Turre) asumiría la alcaldía los primeros 20 meses (que se cumplen en febrero) y la socialista María Isabel López sería la alcaldesa durante los 28 meses restantes. Eso era lo esencial del pacto. El resto, pues lo propio: que si vamos a incentivar la participación ciudadana, que si nuestra prioridad va a ser la creación de empleo…
El acuerdo de Gobierno pasó por alto uno de los grandes problemas de Turre: Cabrera. Se menciona este idílico paraje para recordarlo con “un atractivo para multitud de visitantes que acuden, a diario, a practicar cicloturismo o senderismo”, pero no para hincarle el diente a su situación. El desarrollo urbanístico de Cabrera se ha simultaneado con la construcción de viviendas. Cientos de casas están terminadas y habitadas, y las obras de urbanización siguen paralizadas. La mayoría de propietarios son británicos que se quejan, con razón, de que pagaron sus viviendas y hoy día siguen sin la licencia de primera ocupación, con todo lo que eso conlleva.
IU no ha pasado nunca de un concejal en Turre. Esta vez ha conseguido dos, con la marca Somos Turre, y existe el convencimiento de que este empujón electoral lo recibió precisamente de los ingleses de Cabrera, a los que el ahora alcalde prometió la solución de sus problemas. Ciertamente, Martín Morales se ha tomado el asunto con interés, pero en esa dura batalla no solo ha recibido la oposición de los promotores de Cabrera (que consideran que no es éste el momento de continuar con las inversiones), sino que ni siquiera le ha acompañado miembro alguno de la Corporación, ni de la oposición ni del equipo de Gobierno. “Ahora mismo gobierna él solo”, dice Arturo Grima, “pues hasta su compañera María Luisa Cervantes se le ha ido, y si no se ha oficializado la ruptura con el PSOE es porque los tres sueldos quedarían en el aire”.
Al PSOE de Turre le salen sarpullidos cada vez que alguien les susurra que el pacto está roto. Pero, sí, el pacto prácticamente está roto. Martín Morales parece que tiene decidido continuar de alcalde aún después del mes de febrero. Si quieren echarlo, que le presenten una moción de censura, claman algunos de sus allegados. Pero, claro, para la moción de censura se precisa el concurso de los concejales del PP. Y Arturo Grima no anda con dudas: “Cualquier moción de censura pasa por subir a la alcaldía a quien ganó las elecciones, o sea, a mí”. “¿Adiós, alcaldía, adiós?”, empiezan a preguntarse ya muchos socialistas turreros. Pues atentos a Turre estaremos.







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