Las cenizas del líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, reposan desde ayer en el cementerio de Santa Ifigenia, en la ciudad de Santiago de Cuba. La comitiva que trasladó las cenizas recorrió en sentido inverso la ruta de la "Caravana de la Libertad", en la que los “barbudos” victoriosos viajaron desde Santiago hasta la capital cubana en enero de 1959, entre ellos Ernesto Guevara, el mítico Che, fusilado por el ejército boliviano en octubre de 1967 en la aldea de La Higuera.
En las últimas cinco décadas no han faltado biografías, publicaciones e informaciones que, de alguna manera, han responsabilizado de la muerte del Che al mismo Fidel Castro, su compañero y rival, según sus autores. La cuestión, de hondo calado histórico, ha despertado siempre interés y curiosidad acerca de la veracidad de la misma. En su última visita a Andalucía, Aleida Guevara, la menor de las hijas de Ernesto Guevara y de su segunda mujer, Aleida March, mantuvo una amplia entrevista con quien suscribe, en la que con su mirada viva, su sagacidad y su humanidad, aclaró la referida acusación, y habló de la situación del mundo y de su país, de la tenacidad para soportar el bloqueo, y, sobre todo, de su padre: “...no es importante ser la hija del Che, lo importante es ser digna hija del pueblo donde estás viviendo, y tener una relación de respeto y de consideración con el pueblo”. Para esta pediatra del hospital William Soler de La Habana, la imputación de la muerte de su padre a Fidel “solo se debe a manipulaciones interesadas. Fidel Castro siempre fue nuestro tío, el Tío Fidel”. Los recuerdos inolvidables de la última vez que vio con vida a su padre fluyeron con dolor y emoción: “En el momento de partir hacia Bolivia mi padre quiso despedirse de sus hijos, pero no quería que fuésemos conscientes de su partida y como, además, estaba disfrazado para burlar a los servicios de inteligencia norteamericanos, Fidel nos lo presentó como “un amigo de papá que se va de Cuba y quiere saludaros”. “Instantes después del último beso a Aleida, ella espetó al presidente “este hombre se parece muchísimo a papá”. Cuando se produjo la muerte del Che, Fidel Castro se reunió con ella y con su hermana mayor y les dijo que había recibido una carta de su padre –no era cierto, apunta-, “él quería prepararnos y nos dijo que en aquella supuesta carta mi padre nos pedía que si él moría en combate que no lloráramos por él, y nos hizo que se lo prometiéramos”. Sin embargo, la aciaga noticia de la muerte de Ernesto Guevara se las transmitió, sollozante, su madre cuando les leyó, esta vez sí, la auténtica carta del Che: “Cuando recibas esta carta será porque yo ya no estaré entre ustedes... Un beso grande de papá”. “Se me saltaron las lágrimas –precisa Aleida- porque pensé que ya no tendría papá, pero me acordé de mi Tío Fidel y de la promesa hecha, y dije a mi madre que no podíamos llorar porque papá murió como quería, un revolucionario”.
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