En la cultura griega, el deporte es la pedagogía del esfuerzo que prepara para el triunfo. Está relacionada esta disciplina con la religión y la gloria del Estado. El propio San Pablo, convertido ya en apóstol de Cristo, utilizó el lenguaje deportivo para ilustrar a los cristianos de la necesidad del entrenamiento ascético. Deporte es lucha noble, dominio de la tensión acumulada, técnica y juego limpio. San Pablo recuerda también que en el estadio son muchos los que corren pero solo uno se alza con el triunfo. De ahí el alto honor del vencedor cantado por Píndaro, poeta nacional de los grandes epinicios ante la diosa. En la sociedad moderna de Occidente el deporte también ocupa un lugar de privilegio aunque cada vez se va alejando más de la moral ciudadana. En los equipos de futbol todavía persiste la costumbre de ofrecer los trofeos a la Virgen del lugar pero poco más. Cunde pues la disociación entre el gran dinero y la moral deportiva. No son todos los equipos, por supuesto. pero los malos ejemplos abundan cada día. Ayer nos enteramos de que la F1 de Valencia se corrió presuntamente sin licencia y que el gran acontecimiento del motor costó a las arcas públicas 51 millones de euros. Por lo que respecta al fútbol de alta competición, es raro el día en que no se entera uno de la evasión fiscal de superestrellas balompéticas. Me pregunto cuan destructivas deben ser estas noticias para el alma de los niños que adoran religiosamente a sus ídolos y que ponen la efigie amada en lo alto de sus camas como aspiración suprema de todo cuanto hay que ser en esta vida. Ante los malos ejemplos, poco es lo que puede hacer la disciplina meramente deportiva.
El sistema capitalista que nos rige es el que permite las nunca claras millonadas que cobran los crack, y partiendo de aquí, la oscuridad nada edificante de ciertos contratos. Es cierto que a los grandes públicos hay que entretenerlos aunque sea con un balón entrando en una portería, pero cabe preguntarse si eso compensa el despilfarro generalizado cuando tantas carencias vemos en otros sectores. Claro que todo lo unifica el dinero. De las irregularidades que vemos en otros campos copian también estos deportistas supermillonarios que cada vez merecen menos la admiración de la ciudadanía.
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