Estos días pasados se han reunido en el Congreso en fiesta informal algunos políticos y varios periodistas parlamentarios para reírse un poco de sí mismos. En general se trata de dos profesiones que se necesitan tanto como se desprecian y aborrecen. Por eso no les viene mal un poco de guasa para contrarrestar lo que pensamos los demás. De ahí que se conviertan también ellos en materia informativa. Políticos y periodistas trabajan al unísono para hacer feliz a la poli, pero mientras unos cobran del Estado, los otros se acogen a la empresa privada.
Comencemos por los sueldos. Los sueldos de los políticos tienen una característica y es que se los fijan ellos mismos. Lo distintos grupos casi siempre están discutiendo, sin embargo tratándose de la pasta propia se ponen todos de acuerdo en un periquete. Aun así algunos se quejan de que son muchos los viajes durmiendo y comiendo en hoteles extraños y otras servidumbres por la patria. Yo siempre he pensado que a nadie se le obliga a ser tribuno del reino .
Quien no esté conforme debería irse a casa. En relación con el humor el político aunque parezca grave debe pasar muchas horas riéndose a mandíbula batiente. Pensemos, por ejemplo, en un diputado a quien su partido envía a Almería para que convenza al ciudadano de que ya tenemos AVE. Tendría que acaparar muchos chistes previamente para quedar simpático encima y no frustrar demasiado a la mesa del tren que lleva la pobre yo no sé los años con la ilusión del nuevo el cacharrito.
Claro que hay otras encomiendas muchos más serias y de alta política internacional. Pensemos por poner un ejemplo en el trajín viajero de Rodríguez Comendador que no para de la América a la China con el asuntillo de arreglar la OTAN antes la desarregle Donald Trump. Para mí la medalla de la dedicacion la tiene el político corrupto que no para de hacer transacciones urbanísticas y de las otras. “ Oye chata”,- le dirá de noche a su esposa en uno de las pocas veces que la ve a la semana- “¿Sabes que me estoy haciendo de oro? ¿Has visto el coche de alta gama que tengo en el garaje?” La esposa, entre cariacontecida y emocionada, sellará con un beso de amor el “poca vergüenza tienes, canalla” que se suele decir en estos casos. Si no fuera por estos divertimentos y otros aún mejores, el periodista no podría vivir porque ¿cuándo un plumilla va a ganar 5.500 euros rehusando a colaborar en las oficinas siniestras del poder?
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/119806/la-politica-y-el-humor