Entre el sentimentalismo tóxico y la falta de respeto a la inteligencia de la gente, la negación de la evidencia es un recurso político al que sólo se acogen los más cerriles e irreductibles miembros de unos cuadros de mando destinados, irremediablemente, a la desaparición. La sociedad actual, que vive rodeada por un inagotable enjambre de informaciones y opiniones, no tolera ya que los políticos mientan con el tono afable y la tranquilidad de conciencia del padre que explica al hijo recién mellado el tráfico nocturno de roedores por los dormitorios.
A estas alturas, que un político salga a negar lo evidente no hace sino poner más distancia entre la papeleta de su partido y la urna. Así de sencillo. Y además, retrata y radiografía al cargo que está ahí no tanto por su preparación o por su capacidad de gestión de los recursos públicos, sino por la medrosa fidelidad del subalterno que siente que su puesto depende del vigilante ojo del patrón, que no dudará en retirarle la confianza para poner en su puesto a otro que sepa anular con más disciplina sus capacidades reflexivas. Dicho esto, quiero detenerme ahora en un dato. En noviembre de 2015, el Alcalde de Almería, Ramón Fernández-Pacheco, solicitó una reunión de trabajo con la Presidenta de la Junta, Susana Díaz, siendo además el primer documento firmado como tal por el primer edil. Como acaba de saberse, la entrevista tendrá lugar el próximo día 25 de enero.
Es decir, que la socialista Susana Díaz, la que tardó tres días en ir a Granada a entrevistarse con su alcalde, en cuanto el PSOE recuperó el Ayuntamiento, va a tardar 426 días en verse con el de de Almería, que es del PP. Pues bien, en una reciente entrevista, la encantadora Delegada del Gobierno de la Junta de Andalucía en Almería, Gracia Fernández, dijo que el encuentro entre ambos no había podido producirse “porque la Presidenta había tenido una agenda muy ocupada” (sic.) Y ahora, por favor, relean el inicio de la columna.
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