Ánforas, redes y naufragios

El optimismo es sin duda uno de los motores de la vida. Mantener actitudes taciturnas o recostarse sobre la pesadumbre como posición vital no sólo nos hace perder oportunidades, sino que nos convierte en contagiosos irradiadores de energías negativas. Pero si conviene alejarse y desconfiar de los tristes, también hay que guardar ciertas precauciones con los que traspasan los límites del optimismo para recorrer irresponsablemente territorios abonados a la catástrofe. El inolvidable presidente Zapatero, por ejemplo, tenía un optimismo tan antropológico que mientras España se despeñaba en la crisis económica más grave de su historia reciente, el tío iba proclamando que nuestra salud financiera era la envidia de Europa. Pero no nos desviemos. Leo la estupenda entrevista con la que Marta Rodríguez presenta en LA VOZ DE ALMERIA a la nueva directora del Museo Arqueológico, Beba Pérez y veo que entra al cargo impulsada por un optimismo de pase largo, porque asegura que la cultura le gana al fútbol en las redes sociales. Mi enhorabuena por semejante cántico al entusiasmo, porque si eso fuera así también en la vida real, Almería sería otra ciudad y los almerienses seríamos de otra manera. Pero por mucho que nos gusten o entretengan las redes sociales, la vida no siempre es como nos gustaría que fuera. De entrada porque el hecho de que haya más actividad en redes acerca del Museo que de la UD Almería se explica bien en la cara de etrusco que se te queda tras ver cualquier partido del equipo esta temporada. Acomodado en la zona de descenso, el Almería está más cerca de la fosilización deportiva que de otra cosa, y por lo tanto es normal que la gente no quiera dolerse en el Twitter del juego de los muchachos y prefiera comentar las bellas ánforas o la joyería argárica antes que la escasa puntería de los delanteros o la inconsistencia defensiva. Y es que a estas alturas, el verdadero optimismo no es hablar de cultura, sino pensar que el Almería no se va a hundir al final de temporada.