Los nuevos virreyes

Juan Megino
23:53 • 20 ene. 2017

Con los años de vigencia de la Constitución española hubiera sido razonable, a estas alturas, haber superado todos los problemas que, a priori, pudiera presentar el Estado de las Autonomías, tal y como pretendía la Carta Magna. Evidentemente, no ha sido así, como ha puesto de manifiesto la VI Conferencia de Presidentes autonómicos celebrada esta semana en el Senado, auspiciada por el Gobierno de la Nación y con la presencia (al menos al principio) del Jefe del Estado, Felipe VI.
Sin ser el Estado de las Autonomías una de las principales preocupaciones de los españoles, si es verdad que, en algunos aspectos,las autonomías no han conseguido su principal, e inicial objetivo, como era el de acercar lo más posible la administración a los administrados, ni han logrado alcanzar su máximo nivel de descentralización administrativa hasta llegar a los Ayuntamientos. En este  sentido, hay una cierta corriente ciudadana que piensa que se ha podido llegar demasiado lejos en algunos asuntos competenciales como la Sanidad, la Educación o la Justicia, sin que, pese a ello, se hayan alcanzado las cotas de igualdad entre todos los españoles, independientemente del lugar donde se viva.
 Por ello, no es nada extraño asistir estos días en Andalucía a las enormes manifestaciones en algunas provincias, en demanda del mantenimiento de una Sanidad pública de calidad (en otras provincias como Almería o Jaén resulta sorprendente que  no se produzcan). Asimismo, en la Conferencia de Presidentes ha existido un gran debate a propósito de una deseable armonización fiscal, pero no al alza como pretende la señora Díaz, presidenta  de la Junta, para recaudar más, sino a la baja como realizan las comunidades de Madrid o de Galicia en impuestos como el de sucesiones, el de patrimonio o el de la renta, sin que se haya resentido la calidad de los servicios que en esas comunidades se prestan.
Con la continuidad de los trabajos a través de las comisiones técnicas creadas y con el nuevo ambiente de diálogo impuesto por los resultados electorales, cabe la posibilidad de que nos podamos acercar a esa deseada meta de igualdad, aspiración del conjunto de los españoles, creamos o no, en el estado autonómico.
Este encuentro de presidentes, en cualquiera de los casos, ha quedado cojo por las ausencias de los presidentes de Cataluña y del País Vasco.
El manifestado deseo de ambas comunidades ausentes, de dialogar bilateralmente con el Gobierno, esto es, de igual a igual, indigna a  muchos españoles que rechazan, de plano, estos comportamientos y desplantes chulescos, como de nuevos virreyes.
Siendo, como sin duda lo es, el gran problema actual de España, el del independentismo de sectores importantes de población de aquellas comunidades, es fundamental que el Gobierno no caiga en la trampa de introducir algunas singularidades, en hipotéticas negociaciones que pudieran mantenerse, que no serían lógicas ni aceptables para el resto de españoles que vivamos en otras autonomías.
Hay que significar que el conjunto de los temas tratados inicialmente   en la Conferencia han sido de extraordinario interés que, ojalá, permitan llegar a esa armonización en asuntos tan trascendentes como la financiación autonómica o la educación.
Mientras tanto, frente a los nuevos virreyes, no cabe más que firmeza en la toma de decisiones, con los necesarios consensos con los partidos constitucionalistas, siempre dentro del marco de la ley, único y principal fundamento del Estado democrático.


 







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