Las hortalizas que producimos en los invernaderos de Almería son seres vivos. Los tomates, pepinos, calabacines o berenjenas de nuestros invernaderos no son tornillos, y por tanto sufren las consecuencias del frío. Las bajas temperaturas frenan el ciclo vegetativo de las plantas y en consecuencia hay menos producción, algo que no deberían olvidar los críticos de nuestro sistema de producción, esos que descalifican a cualquier alimento procedente de un invernadero con la etiqueta de ‘artificial’ o con la de ‘procedente de la agricultura industrial’.
Nuestras producciones no solo son naturales, sostenibles y saludables, sino que de ellas depende el abastecimiento de buena parte del continente europeo. Los residentes en Londres que ayer quisieron comprar verduras frescas en una de las principales cadenas de supermercados del país no encontraron existencias de berenjenas, calabacines, espinacas, tomate cherry ramo, frambuesas, granadas, hinojo y tampoco de algunos tipos de ensaladas de IV gama. Los residentes en Berlín pagaron ayer viernes un euro por cada pepino tipo Almería, 6 euros por un kilo de calabacín, 4 euros por un kilo de pimiento California rojo y 5 euros por un kilo de berenjenas. Y los que compraron tomate ramo pagaron casi 3,50 euros por kilo.
Precios muy elevados que responden a la escasez de oferta, pero también al oportunismo de los operadores comerciales. Más de uno está haciendo el agosto gracias al frío. Si no, que alguien explique por qué el precio de la berenjena percibido por el agricultor almeriense aumenta 1,80 euros por kilo. Es un diferencial mucho más elevado de lo habitual. O que el kilo de calabacín pagado en Almería a 3,47 se venda al consumidor alemán 2,52 euros más caro.
Pero esto no ha hecho más que empezar. La desesperación de algunos operadores por seguir abasteciendo a los supermercados europeos hace que Marruecos, Senegal, las islas Canarias, América del Sur y México reciban ahora toda la atención comercial y no se descarta el envío por avión de productos con una vida útil corta, como la lechuga. En esta crisis del frío también salen ganando los que utilizan la vía marítima para llegar a las principales plataformas logísticas del continente. Mientras, en Almería estamos a punto de morir de éxito, con la ruta hacia la frontera francesa cerrada por la nieve y los camiones parados. De poco nos sirve ser los líderes en producción, si nuestras producciones se quedan aparcadas en el arcén.
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