Lo que uno dice cuando dice algo

No sé ustedes, pero les aseguro que cuando estoy entre amigos no sólo digo –a veces- cosas razonables, sino que también profiero barbaridades irreproducibles. Yo soy así, qué le voy a hacer. A excepción de la defensa de la pedofilia, la apología del nazismo, la exaltación del reguetón o la interpretación del himno del Barcelona FC, he debido decir majaderías e idioteces de todo tipo. Quizás usted sea una persona comedida, impermeable al desacierto y capaz de mantener en todo momento un discurso sostenible, transversal y políticamente correcto. No es mi caso. Por eso quiero que usted, Don Pluscuamperfecto, lea bien estas palabras: “Creo que es justo señalar que nadie escaparía indemne de la publicación de sus conversaciones privadas o de lo que se dice cuando rige el principio del off-the-record. ¿Es lícito montar un escándalo por lo que uno dice cuando cree que eso que dice llega tan sólo a determinadas personas?”. Puede que usted, que además de intachable es listo como el hambre, piense que este párrafo lo ha escrito alguien en defensa del senador almeriense del PP, Eugenio Gonzálvez, protagonista reciente de la sublimación inversa de una gracieta suya en un video de cumpleaños, que ha pasado de castaño a oscuro. Pues se equivocan. Ese párrafo lo escribió el arribafirmante en julio de 2016, cuando se hicieron públicos los famosos guasaps privados del líder de Podemos, Pablo Iglesias, diciendo que le gustaría “azotar hasta hacer sangrar” a una periodista televisiva. Curiosamente, muchos de los que entonces callaron están pidiendo ahora la cabeza del senador popular. Y son los mismos que también callaron cuando el vicepresidente de la Junta, Diego Valderas (IU) fue cazado definiendo a una delegada del PSOE como “la de las tetas gordas”. ¿No les dará vergüenza comparar su silencio de entonces con su indignación de ahora? Eso sí: soy lo suficientemente prudente como para no escribir lo que pienso de ellas y ellos, y aún menos de contárselo a una cámara, que luego todo se sabe.