Hace unas semanas leí las siguientes declaraciones de Noah Wyle en una entrevista para la revista Fotogramas: “Es difícil echar la vista atrás y recuperar viejas series cuando es imposible estar al día de lo que se hace hoy”. El actor se refería, obviamente, a Urgencias: unos de los buques insignia de la cadena estadounidense NBC durante quince temporadas (1994-2009), y una de las series a las que más me enganché durante mi adolescencia -cuando se emitía en TVE1-. Las palabras de Wyle (John Carter en Urgencias) me hicieron pensar y, casualidad o no, poco después encontré el pack en DVD de la primera temporada en una tienda de segunda mano, a muy buen precio: adivinen qué serie he estado devorando estos últimos días…
Una parte de mí tenía miedo del posible efecto del ‘paso del tiempo’ -hacía muchos años desde mi última experiencia con la serie, y nunca llegué a ver sus temporadas finales-, pero a los pocos minutos del episodio piloto me fui reencontrando con aquellos rasgos y detalles que hicieron de ella una de mis producciones televisivas favoritas: personajes humanos y carismáticos, una producción impecable, un ritmo frenético, multitud de subtramas, etc. Mark, Carol, Doug, Susan, Carter, Benton y Cía han vuelto a mi vida en el momento más insospechado y yo no podría estar más contento.
Pero el seriéfago no solo vive de series ‘antiguas’: la semana pasada pude ver los dos últimos episodios de la cuarta temporada de Sherlock (BBC) y me parecieron quizás los más entretenidos de toda la serie. Respecto al polémico episodio final, respeto a quienes afirman que “eso no es Sherlock”, pero lo que sí tengo claro es que fue 100% Steven Moffat (creador y coguionista junto a Mark Gattis): giros y más giros de guión, revelaciones cuasi cósmicas, conflictos de resolución aparentemente imposible y un personaje icónico enfrentado a sus mayores demonios. Todo ello me recuerda que la inminente décima temporada de Doctor Who será la última con Moffat al frente: espero que nos tenga reservado un gran ‘fin de fiesta’…
PD.: pasado mañana podré ver, por fin, la que ya ha sido bautizada -en pleno mes de enero- como la cinta del año, La La Land: yo por si acaso ya estoy bajando mis expectativas… El viernes que viene esta columna estará dedicada, por tanto, al género musical; pero antes, una pregunta: ¿aún hay gente que va al cine sin informarse sobre qué clase de película va a ver? Ayer escuché a una persona comentar que el film dirigido por Chazelle le había parecido “muy bonito”, pero que estuvo a punto de salirse de la sala cuando los personajes empezaron a… cantar. Algún otro día hablaremos de este tema…
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