Uno, que es más de letras que una sopa de sobre, recuerda con pesadumbre que su mejor logro de cara al logaritmo neperiano fue la confección de algunas rimas predecibles y poco más. Me pasaba con ese escollo matemático igual que a la delegada de la Junta en Almería, Gracia Fernández, con las protestas de los almerienses exigiendo más y mejores dotaciones sanitarias a Susana Díaz: que no las entiende. Y no me gustaría que doña Gracia, que es una señora encantadora, viviera esta situación con la misma angustia con la que yo intentaba descifrar el Número E. Por lo tanto, intentaré explicárselo. Los almerienses, doña Gracia, estamos hartos de que nuestra provincia sea, para la Junta, el último mojón de la última vereda del último destino sevillano. Y no gusta nada que la Presidenta venga a Almería -tarde y mal- y se permita el lujo de intentar vender como un éxito el haber reactivado la obra de un hospital que, según había anunciado la propia Junta, tenía que estar trayendo almerienses al mundo desde 2011. Mire el calendario, doña Gracia, y verá que si la gente protesta por eso no es porque hubiera, como dijo la Emperatriz de Triana, un “clima de tensión”, sino años de menosprecio y engaño por parte de la administración que usted representa. Pero voy a más. Como en Granada la gente sí se ha echado a la calle en serio y no como aquí, la Junta se ha cargado a la cúpula sanitaria de esa provincia, porque allí las promesas y las dosis de Canal Sur en vena no tienen el mismo rendimiento que aquí, que nos las tragamos dobladas. ¿Y cómo lo ha solucionado la Junta? Pues descabezando la cúpula sanitaria de Almería y trasladándola a Granada. ¡Almería, eterna prioridad para Sevilla! En fin, doña Gracia, he intentado explicar las razones del malestar de los almerienses con su Gobierno del mejor modo que he podido. Pero no se preocupe: si la indigencia logarítmica no impide ser columnista, desconocer la psicología almeriense no es óbice para desempeñar cargos de relevancia en la Junta. Es más, yo creo que suma.
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