¿Bastan las palabras?

Me dijo Carrillo: `Yo lo tutearé a Vd., el día que Vd., me tutee a mí`. Odiaba la socialdemocracia. Ahora, Ciudadanos, la ha repudiado para, en un pase mági

Fausto Romero-Miura Giménez
01:00 • 12 feb. 2017

Una noche del verano de 2002 cenamos, en el añorado “Santos” de Aguadulce, Santiago Carrillo; Carmen, su mujer; Fernando Reinlein, casi cabogatero y ex UMD; y yo.
La cena fue distendida, cordial y diría que hasta confianzuda. Tanto que Carrillo se sorprendió cuando le pregunté si podía tocarlo “porque me emociona tocar la historia viva de España”. 
Luego le pregunté si seguía siendo comunista. Fue Carmen, su mujer, quien, de manera apasionada, adelantó la respuesta: “Él, no; yo, sí”, y me explicaron, ambos, sus por qué.
En un momento dado me tuteó y, como si hubiera cometido una grosería imperdonable, me dijo: “Perdóneme, lo he tuteado”.  Le contesté que me ilusionaría que lo hiciera. Replicó: “Yo lo tutearé a Vd., el día que Vd., me tutee a mí”. Le dije, ¡claro!, que ¡ya! Nos tuteamos. Y, en ese clima de confianza, me preguntó si me gustaban los puros habanos. Le respondí que mucho, sobre todo el Montecristo del 4, una hora gozosa de puro. A él, no, era fumador de Peter Stuyvesant. Me dijo, al fin: “Fidel me los envía periódicamente. Lo invito. Pero con la condición de que tiene Vd., que venir a casa a por ellos”. Bromeamos con el hecho de que viviera en la Plaza de los Reyes Magos. 
Nos contó cómo se montó su defenestración de la Secretaria General del PCE: en Moscú, hubo una reunión a la que asistieron, de una parte, el ortodoxo Brèzhnev –Secretario del P.C. soviético y Presidente de la URSS- y el apparatchik  y, de otra, él –heterodoxo-, su inseparable Carmen y Pasionaria. Me dijo que no paraban de sacar enormes bandejas llenas de bombones y galletas, y que cuando el capo le preguntó cómo y por qué no se plegaba a sus dictados, con lo que perdería la amistad de un país amigo y de muchos millones de compañeros, respondió: “porque soy del país de don Quijote”. Entre risas, nos manifestó que acabó con ambos brazos heridos por las uñas de Carmen y de Dolores que, durante la conversación, se las clavaban para que se moderase.
A su vuelta, ya se había encargado Ígor Ivanov de  liquidarlo y de nombrar a Gerardín quien, en 1985, junto con Anguita y el apoyo de Pasionaria, acabó por expulsarlo del PCE.
Y a lo que voy: sólo se crispó, y mucho, conmigo cuando le nombre la socialdemocracia. Yo me refería al PSOE, como Partido de centro-izquierda. El entendió que lo hacía a la histórica, de la que el comunismo fue enemigo frontal.
Hay animales que cambian la piel, hacen la muda, pero no por ello dejan de ser el animal que era. Como el ser humano, que cambia cada día de vestuario, y sigue siendo el mismo el día que lleva chaqueta y el que se pone un jersey. Se sabe: lo de la mona y la seda.
Y viene todo esto a cuento del cambio operado, la semana pasada, en Ciudadanos, que ha sustituido su definición de socialdemócrata por la de liberal. ¡Es, casi, milagroso! Ha pasado del blanco al negro, o viceversa, sin cambiar de sustancia, como el rayo de sol atraviesa el cristal sin romperlo ni mancharlo.
Lo que ocurre –a mí, digo- es que me parece un oxímoron, un imposible metafísico, pues socialdemocracia y liberalismo son polos opuestos, antitéticos, aunque, bien visto, esa coherencia ética la anticipó Groucho Marx va para cien años: “estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros”. 
El socialismo se fundamenta en la igualdad de los ciudadanos; el liberalismo, en su libertad. El socialismo se basa en el Estado; el liberalismo, en el individuo.
Y ese pase mágico se ha aprobado a la búlgara: sólo con el 2’5 de los votos en contra de la Asamblea General
Y todo ello, dicen, porque hay que abandonar el centro izquierda para crear el Centro. Todo resulta muy antiguo. 
Yo, que milité en Unión de Centro Democrático, del que fui Presidente provincial hasta su fin, en 1983,  no es que me incomode por esa falsa pretensión, es que, por más que el petulante joven insista, ya hasta el hartazgo, en proclamarse sucesor de Adolfo Suárez, la historia debería sacarle de su sueño y advertirle del peligro que corre como Partido cesarista, caudillista, de aluvión no filtrado, de lo que Almería es ejemplo arquetípico.
Su admirado Suárez fundó el CDS, y duró apenas un rato; Ruiz Mateos inventó la “Agrupación Ruiz-Mateos”, obtuvo dos eurodiputados y…; Jesús Gil, fundó el “GIL” y sabemos cuánto duró y como acabó; Rosa Díez vio como su UPyD vivió apenas un suspiro. Y hoy mismo, esta mañana, Podemos, puede empezar a dejar de ser el Partido de Pablo Iglesias...
Antes o después, salvo que el PSOE siga en errática deriva, el bipartidismo acaba siempre por fagocitarse a los partidos personalistas.


¡Panda de hijoputas!


Es trágico lo de la niña de trece años presuntamente ofrecida por su madre como muñeca de carne y sentimientos para que, a cambio de 15 €, le proporcionase alcohol, tabaco y comida. El mecenas  -¡hijoputa!- que la usaba, es un cincuentón, ahora en prisión. Y no mejor era el empresario que la empleaba en su bar a cambio de 5 €/día.
¿Qué decimos, qué vida ha tenido y le espera a esta niña?
Que el hombre es un lobo para el hombre, es sabido. Pero que una madre sea una hiena… ¿Qué sociedad estamos haciendo?




Pepe Mullor


Se ha jubilado J.J. Mullor –Pepe Mullor- notario grafico de la vida de Almería desde que en 1965, a los 13 años, empezó en fotoperiodismo de la mano de su padre, José Mullor Escamilla. 
Con sus fotografías, se hacía verdad que más vale una imagen que mil palabras. Las suyas y a las de Marisol, su mujer, pues, para ellos, el matrimonio lo es también profesional: siempre trabajan juntos, como siameses, cada uno con una –o varias- cámaras.
Me apena, por mí y por Almería, y me alegra, por él, su jubilación.




 


La serpiente multicolor




Me parece una cursilada tópica llamarle así al pelotón en que los ciclistas echan el alma por la boca. Pues bueno, hoy, mientras media España tirita, la serpiente multicolor, integrada por 17 equipos y 119 ciclistas, reptará durante 190 kilómetros por nuestras carreteras, en la prestigiosa internacionalmente XXX Clásica de Almería, que iniciaron los hermanos Muñoz y hoy continúa José Manuel, uno de ellos. ¡Treinta ediciones! Eso, en Almería, parece un sueño.
Me apasiona el ciclismo, deporte de héroes.



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