Todavía hay jueces en España. Las presuntas irregularidades cometidas en la salida a Bolsa de Bankia, julio del 2011, van a ser investigadas. Por decisión de la Audiencia Nacional van a ser imputados ("investigados" en el eufemismo al uso), los máximos responsables de los dos organismos encargados del control del sistema bancario: el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores.
La imputación del ex gobernador, Miguel Angel Fernández Ordóñez, junto a varios de sus colaboradores en la cúpula del banco, y también la del ex presidente de la CNMV, Julio Segura, en relación con la salida a Bolsa de Bankia (Rodrigo Rato), nos ha devuelto el olor acre de aquellos días en los que quienes regían los destinos de nuestro país en la economía y en la política se sabían intocables. Actuaban por encima de las leyes y a salvo de control respecto de las consecuencias de sus actos.
En plena crisis, enero del 2010, cuando Rodrigo Rato fue nombrado presidente de Caja Madrid (Bankia), los medios daban cuenta de la cruenta batalla librada en el seno del PP madrileño entre Esperanza Aguirre, presidenta de la CAM, y Alberto Ruiz Gallardón, el alcalde de la capital. Aguirre quería la presidencia de Caja Madrid para Ignacio González, su delfín. Gallardón y Mariano Rajoy acabaron imponiendo a Rato con el beneplácito del entonces presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Rato sustituía a Miguel Blesa que había sido nombrado por José María Aznar, su antiguo "compañero de pupitre". Hoy sabemos que durante los 16 años que Blesa estuvo al frente de Caja Madrid la entidad pasó de la solvencia a las puertas de la quiebra. Pese a ello, al recoger el testigo -¡maldita hemeroteca¡- Rato proclamó que "Caja Madrid está preparada para hacer frente a los retos derivados del complejo entorno económico, así como para aprovechar las oportunidades que se derivan del mismo". Blesa le legó una casa en ruinas y el pufo de las tarjetas "black". Después vino la salida a Bolsa a sabiendas de que la entidad estaba quebrada. Más tarde el hundimiento. Y posteriormente, el rescate. Oficialmente: 22.429 millones de euros. Más del doble (46.000 millones) según los peritos del Banco de España que investigan el caso. Los mismos peritos que califican la salida a Bolsa de Bankia como "una farsa de Rodrigo Rato y su equipo con la colaboración de la auditora Deloitte y los órganos supervisores". La actuación de quienes estaban al frente de esos órganos supervisores es la que, por fin, está en manos del juez. Todo estaba publicado, pero hacían como que no sabían nada. De uno u otro modo, todos se beneficiaban de la farsa.
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