Si fuera o fuese por lo que ha ocurrido, ocurre y ocurrirá en los parlamentos, plenos y otros salones por donde se mueven sus señorías en la defensa de esta tierra, no creo que pudieran volver por Almería ni una de las que nos representan.
Si se le niega dinero a los barrios y al final nos enteramos de que a los ediles del nieto de Monterreal les han sobrado, no se han sabido gastar más de veinte millones, lo justo sería que no se volvieran a sentar en los sillones del salón de plenos. Por el forro de sus caprichos se lo pasan. Si la inversión de la Junta en Almería no llega ni al diez por ciento de lo recogido en los presupuestos, los diputados responsables de la sultana que viajan a Sevilla con dinero de los almerienses se deberían quedar a vivir en las riberas del padre Betis. ¡Que se queden, que no vuelvan! Y me parece que Juan José Matarí y resto de diputados del Pp en Madrid deberían quedarse en cualquier soportal de la Castellana Madrileña. Pero no solo ellos, en los últimos cuarenta años han sido muchos del Psoe los que tendrían que haber hecho lo mismo. ¿Qué le tendríamos que haber pedido a los diputados almerienses que apoyaron a Zapatero cuando la derogación del Plan Hidrológico Nacional? Lo de no venir por Almería habría sido poca pena. Y lo que es peor, nadie ha rogado que se le perdone. Ahora que se lleva tanto, a Almería nadie se lo ha pedido por cuarenta años de aguantar a políticos de uno y otro partido que han mirado para otro lado cuando de defender a esta provincia se trataba.
Cobardes. Sí. Hemos tenido y tenemos unos políticos cobardes, que se pliegan a los intereses del líder nacional, regional, provincial o local. Nunca a favor de los ciudadanos que les votan y les mantienen sus sueldos. Se dice que son nuestros asalariados, que somos sus jefes, no es ese su comportamiento ni el talante que nos demuestran, más bien al contrario, y lo vemos y comprobamos cada vez que se ponen firmes ante sus señoritos se llamen Amat, Susana Díaz, o Rajoy.
La única ley que rige para los políticos y sus partidos es el tacticismo político. Sus movimientos serán siempre según la táctica que mejor vaya en cada momento para los intereses políticos de sus jefes y partido, nunca pensando en los beneficios de los ciudadanos.
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