A diferencia de Donald Trump, Anne Hidalgo tiene clase. Con buen humor, una sonrisa y un cerebro bien amueblado, el zasca que ha propinado la alcaldesa de París al presidente de EEUU es de campeonato: una foto en la Torre Eiffel junto a Mickey Mouse y Minnie. Así respondía a la descabellada rajada de Trump de que su ‘amigo Jim’ hace cuatro o cinco años que no va por la capital francesa porque ‘París ya no es París’.
El ‘amigo Jim’ es a Trump poco más o menos lo que la ‘niña de Rajoy’ a Rajoy, aunque hay que salvar muchas distancias. El recurso retórico en la campaña electoral española fue algo inocente, inocuo. El del presidente norteamericano es veneno en estado puro, complementado con esta retahíla: ‘Mirad lo que está pasando en Suecia, mirad lo que está pasando en Alemania, mirad lo que está pasando en Francia, mirad Niza, mirad París’.
Fue al principio del mismo fin de semana en el que Trump ha repartido nuevos mandobles a sus propios servicios de inteligencia y a la prensa ‘enemiga del pueblo norteamericano’. Y que ha culminado con la exclusión de medios de prensa críticos de una rueda informativa con el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer. Todo un hito en la historia de EEUU.
Reputación ¿Cuánto dinero podría reclamarle París a Trump en una demanda civil por el daño a la reputación para alejar a los turistas? Muchos millones. ¿Y cuánto puede costar una querella judicial por apropiación indebida o malversación de fondos por impedir que periodistas norteamericanos acreditados por medios respetables como The New York Times, CNN, Politico y otros accedan a una reunión en la Casa Blanca?
Todo. Ahora no se hará, pero llegado el caso todo se tendrá en cuenta: el listado engorda día a día. Lo dice uno de los damnificados, el NYT, en su editorial: ‘Excluir a la prensa acreditada ante la Casa Blanca de la Casa Blanca’. Todo llegará, de seguir así.
Desgraciadamente para Trump, casi a la misma hora que hacía esas insinuaciones sobre el peligro terrorista en Europa, la agencia AP primero y otros medios después sacaron a la luz un informe de tres páginas del Departamento de Seguridad Interior. Pone a caldo la selección de siete países de mayoría musulmana para bloquear la entrada en EEUU de sus ciudadanos.
Es más, si se llevara al extremo la línea argumental de Trump, el país más peligroso por el origen de protagonistas de actos de terrorismo es..., EEUU: más de la mitad de 82 personas identificadas en diferentes casos desde 2011 son nacidos en EEUU. Por tanto, el país de origen ‘es improbable que sea un indicador fiable de potencial actividad terrorista’. Naturalmente, fiel a sí mismo Trump no ha tardado en echar pestes del informe.
Comer en Madrid Pero si París ya no es París en el retorcido mundo de Trump, Madrid sí es Madrid para mucha gente. En concreto, para Stephen Bailey, que acaba de proclamar a la capital de España como ‘el sitio más apasionante de Europa para comer’ estos días. Lo cuenta con emoción incluso al recordar su primera vez en Madrid, todavía con Franco. Y eso que al mismo tiempo reconoce que ‘no es una ciudad bonita, obviamente’, aunque ‘sus atractivos son profundos cuando salen al paso’. Apenas menciona el Prado, el Thyssen y el Reina Sofía, porque él va a Madrid a otra cosa.
Bailey escribe su reportaje en The Daily Telegraph en la sección Viajes, y relata el trayecto en tren de Bilbao a San Sebastián y de ahí a Madrid. Inmediatamente va al grano: ‘Mi primera cena fue en Celso y Manolo’. Y luego, un montón de párrafos sin solución de continuidad con comidas, cenas, picoteos…
Y así hasta una decena de lugares, de los de siempre y de los de ahora. Y alguna visita a un par de mercados tradicionales. Su confesión final: ‘Hay algo excepcional sobre los bares y restaurantes de Madrid. Incluso los ‘conceptualismos’ más novedosos parecen más arraigados, consistentes y reales que los de Londres’.
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