A mediados del siglo XVIII, Madrid era una ciudad de aspecto miserable y sucio, anquilosada en el pasado y necesitada de una urgente reforma que cambiara y dignificara la imagen de la capital del estado. La llegada de Carlos III al trono de España, supuso para aquella ciudad un resurgir y una renovación absoluta, logrando colocarla entre las más hermosas capitales europeas. El monarca vio la necesidad imperiosa de realizar una profunda transformación de la urbe y se puso manos a la obra, dando comienzo a un ambicioso plan de ensanche en el que se proyectaron grandes avenidas, plazas con monumentos como Cibeles y Neptuno, se engalanaron las principales puertas de acceso a la ciudad, se construyeron el Jardín Botánico, el Hospital de San Carlos (hoy sede del Museo Reina Sofía) o el edificio del Museo del Prado.
También se estableció un servicio de alumbrado público y de recogida de basuras, se adoquinaron infinidad de calles y se creó una red de alcantarillado para recoger el agua de la lluvia. Por estas y otras muchas razones, Carlos III se ganó a pulso el pasar a la historia como “el mejor alcalde de Madrid”. Cuando el pasado día 8 de febrero, el concejal socialista don Víctor Martínez me comparaba en un artículo de opinión con el ilustrado monarca, con ánimo de criticarme, no pude por menos que sorprenderme. Es como si, para intentar desprestigiar a un médico, lo igualásemos a don Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906. Para ver cosas, estar vivo, y tener la vista buena. No me extraña que los informes PISA nos dejen cada vez peor parados. Si este señor ejerce su tarea docente con el mismo rigor que la de oposición municipal, arreglados van los alumnos. Y es que, claro, lo socialistas no están acostumbrados a cumplir sus promesas electorales, y les resulta extraño y chocante que otros sí lo hagamos. Cuando en las pasadas Elecciones Municipales de 2015, presentábamos a los virgitanos nuestro programa electoral, en el capítulo de infraestructuras manifestábamos que “el proyecto estrella para la próxima legislatura […] será la remodelación de la Plaza de la Constitución, uno de los lugares más emblemáticos de nuestra ciudad, que queremos embellecer lo máximo posible y transformarlo en un espacio cómodo y accesible”. Y en ello estamos, porque nosotros sí cumplimos nuestras promesas, y nuestra palabra sí es de fiar, y, además, recibimos en las elecciones el respaldo mayoritario de los virgitanos a nuestras propuestas, entre las que se incluía la remodelación de la plaza de la Constitución. No nos sorprenden para nada las críticas socialistas. Esa ha sido su actitud desde el principio. Si por ellos fuese, nada habría cambiado en Berja en los últimos años, tal y como hicieron durante su etapa de gobierno, en la que sumieron a nuestra ciudad en el más absoluto de los abandonos. Pero, por suerte, los virgitanos tomaron conciencia de ello, y les colocaron a ellos en la oposición y a nosotros en el gobierno. Y, de este modo, Berja ha sufrido una transformación perfectamente equiparable a la del Madrid de Carlos III: se terminaron el IES Villavieja, el Teatro, la Piscina, el Apeadero de Autobuses; se han adoquinado la mayoría de las calles del casco histórico; se ha renovado íntegramente el alumbrado del municipio; se han remodelado la Avenida José Barrionuevo, el Paseo de Cervantes y la Plaza Porticada; se construyó el CUM y se adaptó la Sala de Exposiciones de la Plaza de San Pedro; se está reconstruyendo el Molino del Perrillo... Y no continúo con la relación, porque la lista es demasiado larga para este espacio.
La actitud del PSOE de Berja ha sido una auténtica rémora para el avance de nuestra ciudad. Sus críticas nunca han sido constructivas, como no lo son sus silencios ante aberraciones tales como el retraso de las obras de la circunvalación. Pero, por desgracia, estamos acostumbrados a ellas, y nada nos sorprende. La plaza de la Constitución de Berja, como en su momento la plaza Porticada, va a mejorar de manera ostensible, va a quedar más hermosa, más accesible, más digna de esta ciudad que valora y quiere su patrimonio y trabaja por su conservación y mejora, a pesar de personas como el señor Martínez. Y dos notas más para terminar: por un lado, indicar que la Fuente de los dieciséis caños se construyó en el último lustro del siglo XVIII, y no, como han afirmado los socialistas en un panfleto, en 1859; y por otro, recomiendo a todos que visiten en el Museo de Historia de la capital del reino la exposición “Carlos III y el Madrid de las luces”, recomendación que hago de un modo encarecido al sr. Martínez, para que así conozca mejor las reformas ilustradas que emprendió el mencionado monarca, que sentó las bases del estado moderno, y, de camino, tal vez encuentre algunos otros aspectos para seguir comparándome con “el mejor alcalde de Madrid”.
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