Podemos y los periodistas

Rafael Torres
22:59 • 09 mar. 2017

Todo partido político y todo grupo de poder busca una prensa adicta, a fin de ahormar la realidad a sus intereses para que éstos prevalezcan sobre el deber periodístico de buscar y transmitir la verdad, y, en consecuencia, sobre el derecho de los ciudadanos a conocerla. Podemos, que es un partido político, pero también un grupo de poder en tanto que lo ejerce en numerosas instituciones públicas, no es una excepción, pero, por su condición de recién llegado a la mesa del festín político, carece de esa prensa afecta, subalterna, acrítica con él. Y se le llevan los demonios, y maldisimula el desprecio o el resentimiento que le produce la prensa, los periodistas, que considera de otros.
¡Ahora bien; una cosa es eso, y otra, muy distinta, que esa su irascibilidad ante los profesionales de la información que cubren sus historias o que opinan de ellas, tantas veces exhibida, devenga en agresión abierta, que no otra cosa es el insulto, la amenaza o la intimidación que, según la directiva de la Asociación de la Prensa de Madrid, practicaría. Sin embargo, para sustanciar la veracidad de esa grave denuncia, y ante la momentánea ausencia de pruebas que la acrediten, también convendría discernir entre el Podemos físico, el que representa el aparato, y el Podemos virtual, el que anida y actúa con sorprendente pericia en Internet, en las Redes Sociales. Al primero no le gusta mucho, por no decir nada, la crítica, en tanto que al segundo, directamente, le repugna.
Uno, como periodista y como ciudadano, está deseando que la cuestión se aclare, y si como lo primero celebro ya, sin esperar la dilucidación del caso, que la Asociación de la Prensa de Madrid, a la que pertenezco desde 1985, principie a defender a los trabajadores de la información de las innumerables presiones que reciben de todas partes, como ciudadano habré de celebrar que, con independencia del resultado, ésta movida sirva para reforzar la necesidad, imprescindible en una democracia, de una prensa limpia y de unos profesionales amparados y respetados por la sociedad, y no digamos por el poder político, tan renuente a aceptarlos independientes, objetivos y libres.
Con todo, ¿a cuál de los dos Podemos, el físico o el virtual, se acusa? Si es al primero, y puede probarse, lo suyo será denunciarlo, hoy mejor que mañana, en los Juzgados. Pero si es al segundo, ni echándole un galgo.







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