La Junta les acompaña en el sentimiento

`Y sé bien que las comparaciones son ociosas, aunque hay casos en las que resulten odiosas`

Jose Fernández
22:48 • 15 mar. 2017

Arriba las manos. No hay mejor postura para hablar de atracos, aunque reconozco que hay lugares en donde el robo arraiga tan fresco y natural como una plancha de césped en un campo nuevo. Pero no hablemos de fútbol, sino de un área de castigo para el delito institucional: el desvalijamiento post-mortem que practican administraciones como la Junta de Andalucía, rapiñando por decreto las herencias que se reciben en nuestra Comunidad. Y así, a la tristeza de la pérdida irreparable de un familiar se une, por decisión directa de la Presidenta de la Junta de Andalucía, doña Susana Díaz, un pillaje en forma de tributo autonómico sobre unos bienes por los que el difunto ya tributó escrupulosamente en vida. Y lo cierto es que a pesar de las campañas de reinterpretación de la realidad fiscal que están lanzando estos días desde la Junta del PSOE de Sevilla, lo cierto es que heredar en Andalucía es incomparablemente más caro que hacerlo en Madrid o en Canarias. Vean, si no, el dato que facilita en Consejo General del Notariado: si en 2007 se registraron 11.000 renuncias a una herencia por incapacidad económica de asumir sus trámites y costes, en 2016 esa cantidad ha subido hasta los 36.000 casos. Y sé bien que las comparaciones son ociosas, aunque hay casos en las que resulten francamente odiosas. Que se lo pregunten a los técnicos del Registro de Asesores Fiscales del Consejo General de Economistas, que el pasado 1 de marzo lanzaban un informe explicando que un andaluz soltero de 30 años que reciba una herencia valorada en 800.000 euros deberá pagar a la Junta 164.000 euros en concepto de Impuesto de Sucesiones, mientras que si el mismo heredero viviera en Canarias, saldría del amargo trance abonando tan sólo 134 euritos. Y esto no es porque en la Junta sean perversos. Lo hacen porque de algún sitio tiene que salir la pasta para sostener el universo paralelo de agencias, observatorios, institutos y demás chiringuitos que, como la hierba, crecen frescos a la estupefaciente sombra de la Junta. 







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