Que el diputado popular almeriense Rafa Hernando haya pedido públicamente perdón por los incumplimientos de su partido en materia del AVE supongo que no habrá movido un ápice el ánimo de sus menos favorables. Qué le vamos a hacer. La cultura política española siente por la cortesía de las humanidades el mismo aprecio que el Ejército de Salvación por el whisky. Así que al enemigo ni agua. No obstante, y ya digo que me dispensen los menos proclives, hay que reconocer en el gesto de Hernando la luminosa aportación de la novedad. Puede que la memoria me falle, pero no alcanzo a recordar ahora a un mandatario político almeriense que ni tan siquiera se haya espolvoreado la cabeza con la ceniza difusa de la disculpa. Todo lo contrario. Aquí estamos acostumbrados a desvergonzadísimos ejercicios de elusión y atribución de culpas que harían palidecer de envidia al más escurridizo delantero. Las culpas, y ahí sí que no me falla la memoria, son siempre del rival y nunca de nuestro partido. Ahí tienen, sin ir más lejos, la prodigiosa espiral de declaraciones de los aparceros almerienses de la Junta del PSOE de Sevilla, que lejos de atreverse a asumir como propios los incumplimientos de sus señoritos (y anda que no ha habido y sigue habiendo) han preferido armarse en el cemento facial y discurrir por meandros declarativos que desembocan siempre en el delta insondable de Mariano I el Maléfico, hombre cruel y despiadado que tiene la culpa de todo. Ya por curiosidad ¿han escuchado ustedes a alguien del PSOE pedir perdón por el retraso en las obras de la Plaza Vieja, las del Materno-Infantil, o por algo, alguna vez? Puede que me equivoque, pero no se ha dado el caso. Ya saben que errar es de humanos (con H de equinos) rectificar de sabios y perdonar de dioses. Ahora que, si tienen a bien, hagan como yo y sigan la máxima calderoniana: hay que perdonar siempre a tus enemigos, porque nada les enfurece más.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/126689/perdonar-siempre-al-enemigo