El inicio del debate sobre la reforma de la PAC que tendremos después de 2020 me ha recordado esa célebre película de serie B titulada “El increíble hombre menguante”. Su protagonista comienza a empequeñecer después de navegar con su yate a través de una extraña niebla. Poco a poco, su cuerpo se reduce hasta alcanzar el tamaño adecuado para vivir dentro de una casa de muñecas y, finalmente, se hace microscópico e invisible al ojo humano. Hablando de la futura PAC, los expertos advierten que el presupuesto de la política agraria comunitaria se va a reducir sensiblemente a consecuencia del Brexit. Así, por arte de magia, que los británicos se divorcien de Europa supondrá un tijeretazo de al menos 3.600 millones de euros en el presupuesto global de la PAC, una mengua importante que tendrá consecuencias en nuestra agricultura.
Los debates que han tenido lugar durante la pasada semana han servido para identificar claramente el principio del fin. La PAC lleva ya muchos años cuestionada por amplios sectores de la política comunitaria y no es la primera vez que los países del norte de Europa sugieren que el dinero empleado para apoyar la agricultura se dedique a otra cosa. Los debates para la última reforma de la PAC, la que ahora está en vigor, ya fueron muy duros y finalizaron con un sustancial recorte de ayudas para Andalucía.
Hace unos días, al calor de la hoguera de los debates sobre la PAC, alguien propuso que todas las ayudas fueran directas. Eso me hace suponer que todos los melones pueden abrirse a partir de ahora y que en los próximos años de dimes y diretes que nos esperan podremos asistir a debates muy extremos. En lo que respecta a Almería, el sector mayoritario de frutas y hortalizas puede verse muy afectado por el recorte global en el presupuesto de la PAC y no digamos ya si se generalizan las ayudas directas. Por poner un ejemplo, hay que imaginar a los burócratas de Bruselas asignando un pago directo por hectárea de, digamos, 300 euros al año. Adiós a los más de 63 millones de euros que llegan a la provincia en fondos operativos, y adiós a una parte del presupuesto para medidas de gestión de crisis como, por ejemplo, los mismos precios de retirada cuyo importe acaba de aumentar Bruselas. Los cambios de la PAC, en las manos incorrectas, pueden ser calamitosos para nuestra agricultura, que lleva años siendo la menos subvencionada de la UE y soportando estoicamente los embites del mercado sin apenas protección ni apoyos. Confíemos en que los peores escenarios no se cumplan, y que el sector agrícola almeriense tenga suficiente capacidad de reacción durante el proceso de reforma de la PAC.
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