Vivimos en un mundo feliz

En un mundo feliz (permítanme que me sume de algún modo al reciente simposio que sobre la figura del escritor británico Aldous Huxley acaba de celebrar la Universidad de Almería) las instituciones y partidos políticos almerienses cumplirían fielmente el tan celebrado compromiso de atender las necesidades y el bien colectivo. En un mundo feliz y utópico, ya digo, porque en el mundo real en demasiadas ocasiones lo que prima es el interés partidista elevado a potencias tribales. Lo digo a cuenta del reciente anuncio de la Diputación de solicitar colaboración de la Junta de Andalucía para la rehabilitación del Hospital Provincial (S.XVI), a cuenta del uso y disfrute que durante muchos años hizo del mismo el gobierno andaluz, que fue cedido por Diputación en tiempos de aquella alineación planetaria en la que el PSOE gobernaba casi todo en casi todas partes. Esos años de utilización acabaron con el edificio en incontestable estado de ruina y con episodios de saqueo de mobiliario y material aún no aclarados. No obstante, Diputación y también Ayuntamiento van a echar el resto para recuperar el edificio y devolver el esplendor de alguna de sus zonas (hay artesonados únicos en toda España) para su uso ciudadano, cultural y académico a través de la Universidad. En un mundo feliz, ya digo, a la Junta debiera haberle faltado tiempo para decir “aquí estamos nosotros y nosotras y vamos poner nuestro granito de arena al tema y así ya dejáis de recordarnos el destino final de los enseres históricos que desaparecieron sin que hiciéramos nada”. En un mundo feliz, ya digo, porque en el mundo real, además del silencio de la Junta, lo único que ha habido ha sido una nota de prensa del PSOE diciendo que la valla colocada por el Ayuntamiento para señalizar la obra interrumpe el tráfico. No me digan que no vivimos en un mundo feliz.