Marquen las dos X en el IRPF

`No decidir nosotros y dejar eso en manos del Gobierno de turno es, cuando menos un grave riesgo`

Francisco Muro de Iscar
01:00 • 08 may. 2017

Estamos en plena campaña de la Declaración de la Renta, uno de los momentos más importantes de la responsabilidad social de los ciudadanos. Aquí también se esconde mucha corrupción, porque el fraude fiscal es uno de los delitos más graves ya que quita recursos indispensables para sostener el entramado del estado del Bienestar. 
Aquí hay una doble vara de medir. Si defraudan los políticos o los ricos, es un delito muy grave. Si lo hacemos los demás, no pasa nada. La corrupción de los cargos públicos supone, con razón, su absoluto desprestigio y debería apartarles de las responsabilidades políticas. Pero si lo hacemos los ciudadanos de a pie, ¿no pasa nada? Conciencia social, se llama.


Poder de decisión En el IRPF, además, los ciudadanos tenemos una oportunidad que no se nos da en casi nada más. Podemos elegir destinar el 0,7 por ciento de nuestro IRPF a la Iglesia Católica y otro 0,7 por ciento a Actividades de Interés Social. Ni se paga más ni se devuelve menos. 
Nueve millones de personas, aproximadamente marcan la casilla de la Iglesia y, de ellas, el 60 por ciento marca también la casilla de Actividades Sociales. Hay todavía un 30 por ciento de contribuyentes, casi seis millones, que no marcan ninguna casilla y que dejan en manos del Gobierno de turno decidir a qué se dedica ese dinero. Como somos uno de los países europeos con menor gasto social, no decidir nosotros y dejar eso en manos del Gobierno de turno es, cuando menos un grave riesgo.
Los que marcan la casilla de la Iglesia son casi un millón más que hace diez años, seguramente porque saben que el dinero que va a la Iglesia Católica se va a emplear bien, en actividades de atención a los más desfavorecidos, a los privados de libertad, a los migrantes, a los que viven solos, a la actividad pastoral y social de la Iglesia. Este dinero, como el que va a las ONG no es una subvención, sino un dinero que los ciudadanos deciden con absoluta libertad. 
No hay privilegios. Muchas asociaciones, y también los partidos o los sindicatos, reciben dinero público... pero no por decisión de los ciudadanos sino de los que gobiernan... La Iglesia Católica rinde cuentas al Ministerio de Justicia, se somete voluntariamente a una auditoría externa que es pública y su Portal de Transparencia es uno de los más completos de todas las instituciones. 
Paga sus impuestos, IBI incluido y el IVA sin derecho ninguno a repercutirlo, como todas las entidades o instituciones no lucrativas, las tasas municipales y la Seguridad Social produciendo importantes ingresos al Estado. Un reciente estudio de KPMG cifra en 22.600 millones de euros la aportación al PIB de los bienes de Interés Cultural de la Iglesia, con más de 160.000 empleos directos. Muchas ONG están también en esa línea.
Esos son argumentos económicos, pero los importantes son los sociales. Aunque me gustaría que un día la Iglesia Católica se autofinanciara, es decir que los fieles aportáramos nuestro dinero directamente a la Iglesia, mientras, este sistema es transparente y democrático. 
Al parecer, Justicia estudia extenderlo a todas las confesiones religiosas. Sería positivo. Marquen las dos casillas en el IRPF. Pueden ayudar a cambiar la vida de muchas personas, a darles esperanza. No se quejen de lo que se deja de hacer. Ayuden a que se haga. 







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