¿La Junta corta por lo sano?

Antonio Felipe Rubio
01:00 • 12 may. 2017

Almería es tierra de contrastes, aunque no me refiero al paisaje o al costumbrismo. En 24 horas los titulares alternan la indigencia infraestructural con una pujanza industrial que no acierta a asegurar el argumento más esencial para su sostenibilidad: el agua.
Un día aparecen camiones-cuba suministrando agua a 3 000 ha llevadas al límite, y al día siguiente se inaugura la Infoagro Exhibition con las más modernas y vanguardistas aplicaciones biotecnológicas del sector agroalimentario.
Que tres mil hectáreas de cultivo tradicional en la capital y Bajo Andarax corran riesgo cierto y apremiante de sequía catastrófica deja mucho que desear sobre aquellos titulares: “El problema del agua queda solucionado para siempre”. Aquel reto de la Mesa de las Infraestructuras, y su ampulosamente anunciada consecución, era tan falso como fatuo e inútil el trabajo de una mesa que se dedicó a pastelear y modular reproches de unas y otras administraciones que, por ser componentes fiscalizadores de sus propias incompetencias, jamás objetivaron los problemas y, ni mucho menos, dieron soluciones estables y duraderas a las deficiencias de la provincia. No tiene objeto reprochar ahora la inutilidad de la Mesa de las Infraestructuras; especialmente cuando hoy se ha venido a demostrar lo que algunos defendíamos, y que se ha evidenciado con el éxito de la AVE (Asociación Valenciana de Empresarios): menos instituciones, nada de políticos, independencia e incontestable contundencia ante la verdad que no se vende a interés sectario, subvencionado o estipendiado. 
Volviendo al sórdido problema del agua, parece que todo obedece a ciertos problemas administrativos o irregularidades “detectadas por la Junta de Andalucía”; problemas que han dirimido en una medida tan expeditiva como el corte radical de suministro de agua para riego procedente de la depuradora de aguas residuales de El Bobar. Hay que preguntarse a qué nivel tan severo de incumplimientos e irregularidades se ha llegado para que la Junta corte el suministro de agua y deje 3 000 ha de cultivo sin alternativa, condenando a la ruina de la explotación o salvarla mediante soluciones límite como el riego con camiones-cuba. Surgen muchas preguntas, como ya surgieron con el Hotel del Algarrobico. Recuerden. La Junta permitió -incluso subvencionó la construcción del hotel- y luego se afanó en su destrucción. Pero las preguntas no se formulan ni se aportan justificaciones. Lo que abunda es mayor incertidumbre sobre las causas del problema, y el por qué de tan drástica y expeditiva respuesta de la Junta de Andalucía. Se supone que, presuntamente, ha podido existir exceso en las hectáreas beneficiadas por este sistema de riego; también, presuntamente, haya podido existir administración “difusa” en cobros de suministro, cánones de acceso, etc. pero esto se puede arreglar con una auditoría, sanción administrativa… y, si es necesario, llevar a los culpables a los tribunales por ilícito penal. Pero cortar el suministro de agua a los agricultores parece excesivo y desmesurado… a no ser que exista algo que estamos obviando. 
Me preocupa e inquieta que esta polémica y expeditiva medida de la Junta de Andalucía tenga como objeto el corte de riego de un agua procedente del suministro de aguas residuales de la depuradora de El Bobar. Estas aguas, en teoría, han de ser ozonizadas en la planta de La Juaida (la actividad ozonizadora es fácilmente comprobable con el recibo de la luz) y, una vez depuradas, pasar con todas las garantías a los canales de riego. La pregunta es: ¿Se comprometió solamente algún aspecto administrativo o hubo algo más que mejor no hacer trascender? O dicho de otra manera, ¿la Junta cortó por lo sano… o cortó por lo “insalubre”?







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