Dos candidatas toreras en las legislativas francesas

Pedro Córdoba
01:00 • 14 may. 2017

Hace ya varios años que empezó a correrse la voz entre aficionados: amigos, el porvenir de la corrida de toros está en Francia.  Lo que entonces era un simple pálpito tiene ahora visos de convertirse en realidad, por más señas política. Los hechos son los siguientes: acaban de publicarse las listas – aún incompletas – de candidaturas a las elecciones generales de junio y en ellas figuran, con muchas posibilidades de conseguir un escaño, dos toreras. Ni siquiera toreros, no: toreras, como para demostrar si cupiera la menor duda, que los toros no son cosa de machos.
Tras la tremenda hojarasca de las presidenciales, que no ha dejado  títere con cabeza, cuando ya escampa en el albero electoral, harán por primera vez el paseíllo Marie Sara y Marie-Pierre Callet. Para esta su nueva alternativa, la primera tendrá como padrino a la flamante figura de los ruedos políticos, don Emmanuel Macron, y la segunda recibirá los trastos de manos de François Baroin, un antiguo peón de la cuadrilla de Sarkozy a quien el estrepitoso abucheo sufrido por Fillon ha convertido en jefe de lidia de los Republicanos.
Ambas han sido rejoneadoras, ambas son ganaderas y empresarias taurinas, a ambas les ha entrado el gusanillo de la política. Pero bien saben los entendidos que a cada estilo taurino le corresponde una forma peculiar de entender la vida, y la política no constituye ninguna excepción a esta regla. Es así como estas dos toreras encarnan posturas encontradas. 
Hija de un famoso director de teatro, Marie Sara es también una famosa que ha figurado incontables veces en portadas de la prensa del corazón. Su marido, que falleció hace un año, venía del mundo de la publicidad y dirigió una productora de cine. Como empresaria de varias plazas francesas, la ex rejoneadora ha conseguido algo casi inconcebible en España: hacer de la corrida un fenómeno de moda. 
La Feria de la Magdalena en Mont-de-Marsan, un pueblo de 30.000 habitantes, es hoy lugar de encuentro para medio millón de personas, con cinco corridas de toros, dos novilladas, una course landaise (parecida a la camarguesa), una corrida portuguesa y un festejo mixto que da una oportunidad a los alumnos de escuelas taurinas en las dos modalidades, landesa y española. 
Una semana antes de la Feria, un gran Festival de Flamenco – el mayor que exista fuera de España – supo programar el año pasado a Sara Baras, Belén Maya, Antonio Canales, Joaquín Grilo, Dorantes, Riqueni, Diego del Morao, etc. Entre ellos el gran Lebrijano, que no pudo asistir y falleció a los pocos días en su casa de Sevilla. 
En Mont-de-Marsan, flamenco y toros se suceden en el mes de julio. En la plaza de las Saintes-Maries-de-la-Mer, lugar de peregrinación para los gitanos del mundo entero, Marie Sara ha inventado un nuevo concepto: la corrida-flamenco en la cual cantaores y guitarristas, ayudados por una potente megafonía, sustituyen los tradicionales pasodobles. Ha sabido aprovechar el fervor por el flamenco para contrarrestar los prejuicios animalistas y veganos. 
Como ganadera, compró una vacada de José Vázquez, en la cual había sido eliminada toda la sangre vazqueña y sustituida por el encaste Parladé de Vistahermosa. O sea, los sempiternos y cómodos Domecq que exigen las figuras. Mujer muy vinculada desde antes de nacer al mundo del espectáculo, Marie Sara tiene un concepto de los toros como actividad comercial y turística para públicos multitudinarios: no es extraño que haya sido fichada por los ojeadores de Macron. 
Marie-Pierre Callet tiene un perfil muy distinto. La afición le vino de forma insólita. Había estudiado derecho y, después, por pasión hacia los animales, eligió una formación profesional de actividades agropecuarias. Un día, su esposo que ya era aficionado, la llevó a una corrida en Arles. Se fue antes del final, llorando a lágrima viva, horrorizada. Pero volvió a los ruedos, con un empeño: entender por qué miles y miles de personas asistían a tan asombrosa ceremonia. Y fue entendiendo. Toreó su primera corrida a caballo en 1993. Quiso tomar la alternativa a pesar de tener ya 43 años en el 2000. No para empezar una carrera, claro, sino para culminar una pasión. Se cortó inmediatamente la coleta, compró una vacada de puros Murubes y a eso se dedica ahora, a la ganadería “bío”, amén de presidir el Parque Natural de las Alpilles. “La tauromaquia, dice, es la historia de mi vida, un sacerdocio. He elegido este oficio por pasión, pasión por los animales, pasión por los grandes espacios”.
Uno, que tiene nostalgias históricas, habría preferido que se presentara por algún Frente Popular. Lo hace por la derecha. Pero tanto a ella como a Marie Sara les toca lidiar y estoquear a un contrincante del Frente Nacional. O sea, que los antitaurinos en Francia habrán de tomar partido por los fascistas. ¡Olé la France!


 







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