Zombis, fotos y votos

Supongo que todos ustedes han visto o conocen el hecho de que un senador de Compromís, uno de estos grupos chiripitifláutuicos que trufan ahora las instituciones, continuó su particularísimo “road show” parlamentario rompiendo una foto de la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, a la que llamó “Gusana” y dijo de ella que “daba asco”. El protagonista de tan chusco espectáculo, un tal Carles Mulet, es el mismo que hace unas semanas entró en el Cuadro de Honor de la Majadería Parlamentaria al preguntar formalmente al Gobierno por los protocolos de actuación previstos en caso de un apocalipsis zombi en España. Así están las cosas. Y yo no sé si en el futuro esto se estudiará en las universidades como parte del fenómeno de la llamada “posverdad” o simplemente quedará en el ya insondable archivo de la imbecilidad, pero lo cierto es que esto es lo que tenemos, es lo que se ha votado y es lo que la gente ha querido. Pero mientras lo disfrutamos, permítanme señalar que convertir a las instituciones en escenario de astracanadas, dentro y fuera de los hemiciclos (recuérdense las convocatorias a asediar y cercar el Congreso) no es tan sólo una efervescencia de grupos alternativos que un día llevan una camisetita, otro sacan un cartelito, otro día hacen un estriptis, o se expresan con turbiezas tabernarias. Al margen de la probada capacidad para el espectáculo de sus señorías, tras toda esta nueva escenografía parlamentaria late una meditada estrategia de devaluación de las instituciones, como parte de una campaña de depreciación del sistema que propicie su demolición como medida de salvación. Pero qué hermoso gesto de justicia poética es ver que la última víctima de estas prácticas es un alto cargo del PSOE, partido sin el cual, recordemos, todos estos nuevos grupos políticos no habrían alcanzado jamás la notoriedad, la visibilidad y el eco que están teniendo. A ver si al final lo del apocalipsis zombi va a ser verdad.