La llama que nunca se apaga

Seguro que usted, igual que yo, es de los que lamentan el escaso brío de la llamada “sociedad civil almeriense” a la hora de movilizarse y de meter no ya una cabra, sino un boñiga, en el corral de alguien. Sí, ya sé que los almerienses somos indolentes por naturaleza y también conozco la habitual guarnición argumental del síndrome hamaquista con el que nos hemos empeñado en trazar nuestro autorretrato. Pero incluso sin negarle parte de responsabilidad en esa languidez indálica, a lo mejor avanzamos en la superación de ese estado de ánimo si admitimos de una vez que buena parte de la culpa de esa falta de tono la tiene la permanente dependencia que los almerienses tenemos de nuestros políticos. Bien sea para acompañarles en el bajopalio reverencial, bien sea para perseguirles en un agarejo non-stop. La llama que no se apaga jamás en el almeriense es la misma que prende la vela o enciende la hoguera, según interese. Como prueba de lo que digo basta repasar el vodevil que se pretendió montar a cuenta de la ausencia –sugerida por la organización- del PP almeriense en el comentado acto reivindicativo por el Corredor Mediterráneo. Al final, en lugar de poner todo el esfuerzo en la argumentación de la necesidad de esa infraestructura, se puso el foco en la ausencia de unos y se pasó de soslayo por la autoinvitación de otros. Y a lo mejor me equivoco, pero mientras no seamos capaces de convertir en irrelevante la presencia o ausencia de los políticos en las reivindicaciones necesarias para Almería, las cosas seguirán en el mismo lugar que están ahora. ¿Hizo falta saber si en Granada había o no había políticos protestando en la calle por sus servicios sanitarios? Cuando hay decenas de miles de personas en la calle, lo de menos es que acompañen presidentes, concejales, alcaldes, delegados, subdelegados o burgomaestres. Eso sí que es una verdadera “sociedad civil” y no el reparto habitual de afectos y desafectos que se moviliza en Almería a favor y/o en contra de las cosas.