La breve polémica sobre la no asistencia a la reunión de la AVE (Asociación Valenciana de Empresarios) en Aguadulce quedó por fin aclarada gracias a unas declaraciones de Diego Martínez Cano, presidente de la cámara de Comercio, que en la Cadena SER afirmó que a instancia del alcalde de la capital y del presidente de la Diputación solicitando asistir a la reunión, les dijo que “no era necesaria su asistencia”. Con esta afirmación queda despejada la incógnita sobre el interés de representantes del Partido Popular que, comprobada su inasistencia, recibieron varios rapapolvos mediáticos que dieron lugar a una nota oficial justificando la ausencia por la “recomendación” recibida desde la Cámara de Comercio.
Evidentemente, es de buena educación y como norma de aceptable comportamiento social preguntar si se puede asistir a un acto al que no se ha sido invitado, sea por error u omisión involuntaria o voluntaria. Esta consulta era preceptiva cuando se pudo comprobar que se otorgaban credenciales para la asistencia, y esas tarjetas con pinza o colgante se pueden ver en los amplios reportajes fotográficos publicados en los que se aprecian estos distintivos que portaban las personas que cumplimentaron su invitación, no apreciándose en las que se presentaron sin cumplimentar el trámite y, como se puede apreciar en alguna fotografía, se les habilitó asiento rompiendo la geometría prevista por la organización (junto a la delegada del Gobierno de la Junta de Andalucía hay un secretario de Agricultura que invade el pasillo).
En fin. Se pueden argüir justificaciones de una parte, y excusas por la otra; pero esto se zanja con un ejemplo cotidiano.
Imaginen un grupo de WhatsApp en el que Piluca, Rosmary, Pelayo y Goyo preparan una cena con motivo de una determinada conmemoración. Alertados por el anuncio de ese grupo, los distintos miembros que reciben este guasap confirman su asistencia y opinan detalles sobre el lugar, menú, indumentaria, etc. Una de las confirmaciones es la de Paco y Loli que, sorprendentemente, reciben la siguiente contestación del amigo Pelayo: “Vosotros no es necesario que vengáis”. Evidentemente, aunque Paco no es tan pijo como Goyo o Pelayo, el rebote le hace responder con un ¡A tomar por culo! O, como es el caso que nos ocupa, asimilar el desplante con la callada por respuesta y entender que la “recomendación” es una clara invitación discriminatoria y ausente del mínimo resorte de cortesía; máxime cuando el grupo o pandilla ha coincidido en múltiples reuniones de distinta naturaleza.
Otra acción posible es la inversa. Paco y Loli acuerdan y convocan. Pelayo y Goyo se apuntan. Paco les dice que “no es necesario que vengáis”. Pelayo llama a Goyo “¿quiénes se creen estos para no invitarnos? Goyo le dice: “Nosotros vamos, y ya verás cómo no se atreven a decir ni pío”.
Y así sucedió. Ahora pongan nombres reales a la ficción recreada en Goyo y Piluca. Los de Paco y Loli están perfectamente definidos.
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