La semana pasada comentábamos que el veterano cineasta Brian de Palma tenía, por fin, nuevo proyecto cinematográfico en marcha: el thriller de acción Domino, protagonizado por Nicolaj Coster-Waldau y Christina Hendricks; y la posibilidad de que su rodaje pasara por tierras almerienses -algo que era solo una suposición por mi parte-. En los últimos días hemos conocido que al reparto se incorpora el siempre estimulante Kevin Bacon y también se ha confirmado -por lo visto la noticia saltó hace algunos años, cuando empezó a gestarse el proyecto- que la provincia de Málaga es el lugar al que se refería la reciente nota de prensa al hablar de “paisajes españoles bañados de sol”…
En cualquier caso, si algo es seguro es que en este 2017, como viene ocurriendo los últimos años, no van a faltar los rodajes nacionales o internacionales en Almería, y en esta columna intentaremos ir dando cuenta de ellos: hace semanas supimos del western encabezado por Jake Gyllenhall, Joaquin Phoenix y John C. Reilly; estos últimos días se ha anunciado que Almería y Madrid serán los escenarios de una de las nuevas series propias de Movistar+, Gigantes -dirigida por Enrique Urbizu, de quien nunca me cansaré de recomendar su película quizás menos conocida, La vida mancha-; y dudo que pasen muchos viernes hasta comentar la siguiente -y agradecida- noticia al respecto.
Este tema de localizaciones españolas en películas o series me ha traído a la memoria dos títulos de la filmografía de Tom Cruise: Misión Imposible 2 y Día y noche. No sé si se acuerdan, pero yo por si acaso repaso los hechos: en la primera de ellas, rodada parcialmente en Sevilla, se mezclaba la Semana Santa con las Fallas valencianas; y en la otra se situaban en la capital hispalense las Fiestas de San Fermín… ¡y el rodaje tuvo lugar en Cádiz! Estos son solo dos ejemplos de los no pocos despropósitos geográficos que Hollywood ha llevado a cabo en tierras españolas solo en los últimos años.
PD. Reconozco que soy aficionado a leer u hojear reseñas cinematográficas en medios tanto españoles como anglosajones, así como los comentarios de los espectadores, y que dicha información forma parte del complejo cóctel de variables que confluyen a la hora de sopesar si merece la pena desplazarse al cine o ver una película en el sofá; pero digo ‘forma parte’, porque si el beneplácito crítico o popular fuera mi único baremo nunca me hubiera decidido a darle una oportunidad, por ejemplo, a Los próximos tres días: el thriller protagonizado por Russell Crowe en 2010 fue repudiado por gran parte de los espectadores y la crítica, pero a mí me hizo pasar dos horas de lo más entretenidas.
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