Escribe María Dolores Durán Díaz en el libro “Luis Cañadas, poesía de la pintura indaliana” que el autor indaliano acudió emocionado a la exposición que con motivo del 125 aniversario había organizado la Escuela de Artes, en cuyo acto se impuso al artista la insignia de oro del centro. Muchos recuerdos –precisa la historiadora- afloran en las entrevistas de la prensa local, siendo consciente Cañadas de que allí empezó todo y él mismo pronostica que este pudiera también ser su final. “Pero aún le quedarían anécdotas que contar, –añade Durán Díaz- como el premio concedido a las Bodegas Lauricius de Abrucena (Medalla de Bronce del 18 Concurso Nacional de Vinos, Premios Mezquita de Córdoba), figurando en la etiqueta la Mojaquera de Cañadas y con la sentencia muy suya de “No es vino, es arte en la copa”. No sentenció en vano el genial pintor, escultor y muralista almeriense, quien en un gran gesto de generosidad autorizó al gerente y excelente bodeguero, Carlos Fernández, a utilizar el ícono almeriense creado por él para que se convirtiera en logotipo, marca, santo y seña de la coqueta bodega que habita frente a Sierra Nevada, en la Vega de Abrucena, un paraje de belleza natural, donde el primoroso viticultor ha hecho su vida viña y vino. No erró el maestro de las teselas cuando hizo el vino de Lauricius “arte en la copa”. Al igual que tampoco erró Carlos Fernández cuando puso a la mojaquera en el mapa de nuestro tiempo, tras largos años arrumbada en el olvido de administraciones e instituciones. Sentenció con pleno acierto el autor indaliano porque, al igual que la creación y realización de una buena obra de arte exigen cuidados materiales, conocimiento, habilidad, capacidad, sensibilidad, imaginación y maestría, entre otras cualidades, la consecución de un buen vino, en sus diferentes variedades, precisa de esas mismas condiciones, amén de otros recursos específicos, como buenos viñedos, cuidado de los procesos y mucho cariño, que conforman los ingredientes básicos, según Carlos Fernández, para la obtención de un buen vino. Todos estos requisitos habitan con demasía en el excelente viticultor almeriense, cuya bodega ha cosechado recientemente otros dos nuevos galardones de ámbito nacional en los Premios Mezquita: Medalla de plata al vino cosecha de 2016 y medalla de bronce al crianza de 2013. Un reconocimiento que se suma a las otras muchas distinciones de carácter nacional e internacional que atesora la bodega Lauricius, que comenzó a criar sus primeras cepas en 1984 y desde entonces practica un constante ejercicio de superación en pos del buen vino de Almería, provincia que también ha recibido otros premios Mezquita 2017, en concreto a la bodega Bosquet. Carlos Fernández encarna la pasión, la entrega y la dedicación a los vinos de calidad, porque como aseverara Luis Cañadas el vino de Lauricius es arte en la copa. Y arte en su vino es lo que hace Carlos Fernández, el artista del vino.
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