El pajarito enamorado que todas las mañanas me despierta es uno de los seres anónimos que que sin demasiada publicidad me unen a la vida. Estamos a las puertas del verano. No hay que echar al olvido este canto positivo frente a las muchas insinuaciones de desastre que llegan del odio de los hombres. Es verdad que esta criatura mínima también tendrá sus penitas de amor escondidas en algun sitio, pero por lo que a nosotros respecta, siempre hemos creído que el volátil era completamente feliz en su arboleda. No solo el pájaro, hay otras muchas cosas que invitan a la alegría del menesteroso. Por ejemplo, las frutas. ¿Se repara alguna vez en la belleza de la sandía como artefacto de frescura y dulce alimento? Un poeta dijo que por la raja del melón se asoma de vez en cuando la aurora. Y tras haberla comido a la sombra del árbol estando bien acompañado, como suele decirse, uno extiende la metáfora de la buena vida a un sinfín de cosas amables, ordinarias, vulgares,pero que colaboran con el orden del mundo. Mayo. No hace falta caer en el sentimiento vacuo y cursi. Alguna vez teníamos que enfrentarnos a las malas noticias. Frente a los que conmemoran guerras, terremotos y bombardeos más o menos históricos, nosotros nos unimos al excelso trepidar de la vida. Ferias, romerías, fiestas del campo con visitas labradoras a las ermitas centenarias. La natura y la fe como otro modo de ver lo que nos rodea. Y como argumento supremo la sabiduría de los que nos han precedido en la diversión, en el comer, en el baile en la plaza, en las siempre repetidas y sabias estratagemas del amor. Aquí se habla de la buena vida, no porque la felicidad humana sea ya una conquista a todos los niveles y en todas partes, sino porque estamos perdiendo el viejo concepto de felicidad. Al menos nos quedan las flores, las campanas del Rocío, las músicas olvidadas que reproducen , tal vez sin proponérselo, los tiempos en que fuimos felices. Mayo pues, el de la buena vida. No digamos que todo fue amargura y poca cosa para el recuerdo. En la gastronomía olvidada y felizmente reconstruida renacen los tiempos amables. No hagan que quede en los libros como fósil enterrado. Llenad el mundo de alegria con la buena vida, que ya habrá tiempo para el llanto sin consuelo.
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