La Mesa por el tren y el entierro de la sardina, perdón del tren

Juan Torrijos
01:00 • 02 jun. 2017

Viendo en las fotos del sepelio celebrado por el tren almeriense a las plañideras, los caballeros del entierro y las caras de algunos de los participantes, no sabe uno si llorar o echarse a reír. Y no parece que el actual tren que padece esta provincia sea como para tomárselo con esa sátira y sarcasmo que tan bien le sienta al mes de febrero y al eterno carnaval. No sé si al futuro del tren le viene bien tomarse a chacota su situación, pero contemplando las imágenes del acto celebrado, con féretro incluido, lágrimas pagadas y música de acompañamiento, algo de vergüenza ajena siente uno. Que sí, que está bien que la Mesa del señor Tejada se mueva todos los días, hay que seguir intentando despertar a los almerienses ante la situación que se viene viviendo con el tren en la provincia, pero no parece que las medidas tomadas hasta el momento hayan servido para mover masivas conciencias, todo lo más para que algunos políticos de la oposición en Madrid (Psoe, C´s) digan algo en sus mítines y que los del gobierno sigan intentando calmar los ánimos vendiendo viejas y futuras realidades para dentro de siete u ocho años.
La realidad es que el entierro programado no ha levantado ni una lágrima y menos una sonrisa entre los almerienses. Es como si el tren sólo importara a los doscientos de la Mesa, ni siquiera a los compañeros de Comisiones Obreras de Tejada, que si decidieran acompañarle y acudieran a los actos, no se daría la imagen de que la sociedad de Almería no está preocupada por el futuro del tren. 
Por no estar en el entierro del caballo de hierro, no lo hicieron ni los políticos, con lo que les gusta una foto, pero es que una foto en el mes de mayo vestidos con sotana negra y llevando una caja con su tren muertecico dentro no es una imagen que le guste a nadie y que se pueda vender como gestión política seria. 
Si el simulacro de entierro celebrado consigue arreglar el viejo tren que se pasea por las vías de Almería, habría que pedirles a los políticos que pululan por Madrid y por Sevilla que dimitieran por inútiles, y que José Carlos Tejada y su comparsa de carnaval ocupara los escaños por ellos dejados.
Dicho lo anterior sin ánimo de acritud ¡por dios! y con el mismo sarcasmo con el que se ha celebrado el peculiar sepelio del tren celebrado hace unos días en la capital.







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