Almería: objetivo sin consecuencias

Antonio Felipe Rubio
01:00 • 02 jun. 2017

El pasado 31 de mayo de 2017 se ha conmemorado el LXXX aniversario del bombardeo de Almería. Esta iniciativa partió del grupo municipal socialista, que intentó protagonizar en “exclusiva” esta efemérides manteniendo al margen al equipo de gobierno municipal del Partido Popular como si fuesen “contaminados o conniventes” en el ataque nazi ordenado por el “socialista” (sí, Nacional Socialismo) Adolf Hitler. Finalmente se pudo realizar un acto conjunto consistente en la colocación de una placa conmemorativa con los nombres de las 31 personas que fallecieron a causa de este bombardeo, ordenado directamente por el III Reich.
Comoquiera que la llamada “Memoria Histórica” -devenida en mala conciencia y perversión de la realidad constatada- ha introducido una exégesis interesada e intervencionista de los hechos acaecidos, bueno sería recordar las interpretaciones sobre acontecimientos como la Reconquista de Almería por los Reyes Católicos o Los Coloraos que se han convertido en efemérides pervertidas e instrumentos ideologizados, llegando a simbolizar afinidades o rechazo por parte de la izquierda y la derecha, según convenga. El bombardeo de Almería del 31 de mayo del 37 se ha pretendido escribir como una salvaje y desproporcionada acción del bando nacional, cuando en realidad se trataba de una venganza unilateral de Hitler en respuesta a un ataque ordenado por el Frente Popular asistido con tropas de Stalin.
El 29 de mayo de 1937, una escuadrilla de Tupolev SB-2 conocidos como “Katiuskas” se dirigieron a Baleares. El Katiuska tripulado por el observador G. Livinsky , ametrallador I. Priev y el piloto Nikolai Ostryakov sobrevolaron la isla de Ibiza advirtiendo la presencia de un buque de guerra amarrado en el puerto y que identificaron como el crucero Canarias. Una vez situados, activaron la carga explosiva acertándole dos impactos a la altura de la chimenea y en la cubierta de popa, con resultado de 31 muertos y 74 heridos. El problema es que el crucero Canarias fue “confundido” con el crucero Deutschland por los experimentados pilotos de la URSS. Esta “equivocación” contrasta con las características bien diferenciadas entre el crucero Canarias y el crucero Deutschland. El crucero Canarias disponía de dos grandes chimeneas y dos torretas superpuestas de cañones de 120 mm a proa, y otras dos iguales a popa. Por el contrario, el crucero Deutschland disponía de una sola chimenea y torretas simples a proa y popa de 3 cañones de 280 mm cada una. Estas características, siendo inconfundibles, no obstante instaron a la destrucción del buque alemán. Conocidos los hechos por Hitler, reaccionó como un cafre dando instrucciones de bombardear la sede del Gobierno republicano (Valencia). Sin embargo, los asesores nazis aconsejaron otro objetivo más desprotegido y alejado de “intereses” y conflictos internacionales… y señalaron Almería.
Como la zona marítima de Alborán estaba controlada y surcada por embarcaciones alemanas no hubo problema para concitar a los buques Admiral Scheer, Albatross, Leopard, Seeadler y Lluchs. A 07:29 HC, las cinco embarcaciones lanzaron 200 cañonazos sobre la ciudad, puerto y defensas costeras con resultado de 31 muertos. Esta acción no se enmarcaba en el escenario de la contienda de la Guerra Civil española puesto que obedecía a una orden directa del III Reich, que en ningún momento justificó esta acción como apoyo al bando sublevado de Franco. Era, como después reconoció el ministro de Asuntos Exteriores nazi, una represalia por el “premeditado” ataque en Ibiza. 
Por cierto, Manuel Azaña contactó con ministros soviéticos para una posible acción, y la respuesta de Stalin fue de no reaccionar para no extender y complicar el conflicto que les servía de “sparring” a comunistas y fascistas para posteriores campañas bélicas. Así, Azaña, Franco, URSS, Inglaterra, Francia... olvidaron el incidente para evitar males mayores y, en cualquier caso, se trataba de Almería; o sea, un lugar aislado, olvidado, sin influencia y sin grandes repercusiones. ¿Les suena? Pues parece que, salvando las distancias, para algunos aún merecemos semejante consideración. 







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