Con el paso de los años los seres humanos –o sea, las personas como yo- vemos cómo nuestra vida se ordena de tal manera que casi llegamos a convertirnos en robots. Siempre hacemos lo mismo. Cada día de la semana, cada semana del mes y cada mes del año los convertimos en un repetitivo ritual.
Reproducimos, día tras día, los mismos actos, los mismos momentos y hasta las mismas emociones en el mismo instante.
Hasta tal punto adaptamos nuestra parte orgánica a la cotidianidad que cualquier alteración de la programación corporal o mental puede suponer un momento de desagrado. No sé si el lector de esta columna comparte mis apreciaciones, pero le puedo asegurar que, con la edad, al menos parcialmente las compartirá. Y, si no, al tiempo.
A lo que iba. Mi ritual del sábado pasado –como el del viernes, como el del jueves, como el del miércoles- comenzó a primera hora de la mañana con la lectura de la prensa digital. Me llamó la atención una información publicada en ‘El Confidencial’ sobre una señora de Tahal, de nombre Otilia, que ha perdido un millón de euros en la crisis del Banco Popular.
La señora es protagonista de un vídeo publicado en las redes sociales que se ha hecho viral. En él se puede observar cómo pone el grito en el cielo pidiendo responsabilidades por el millón de euros que acaba de perder. “La herencia de mi marido –dice-, y ahora nos hemos quedado en la ruina”. El vídeo es desgarrador.
Lo reproduzco varias veces y observo que la señora Otilia hace mención a personas que conozco. No me encaja la situación y le digo a quien comparte conmigo el lecho que no me creo que esas personas que nombra hayan asesorada de forma tan burda. Realizo un par de llamadas. Efectivamente, el millón de la señora anda muy lejos de la realidad. Primera mentira del día.
El ritual diario me lleva a media mañana a leer la prensa de papel –ahora denominada por algunos prensa vegetal para distinguirla de la digital-, que casi siempre transmite algo más de rigor que la que circula por la red.
Rodrigo Sánchez, el nuevo consejero de Agricultura, es noticia. Se ahonda en su biografía. Antonio Torres rememora su círculo familiar y amistoso, en La Voz de Almería, y en otro periódico –cuyo nombre omito intencionadamente para que no se sienta ofendido- se hurga en su perfil político.
Recalca el periodista que responde a las iniciales R. E. que el nuevo consejero fue alcalde de su pueblo, Turre, en dos periodos, de 1999 a 2003 y de 2007 a 2011. No es cierto, Rodrigo Sánchez no ha sido alcalde de Turre ni en un periodo ni en otro. No ha sido alcalde de Turre en ningún periodo. Segunda mentira del día.
Por la noche, el ritual me sienta ante la televisión para ver si el Almería mantiene finalmente la categoría. Por la televisión ofrecen el Nástic-UCAM Murcia, también afectados por la clasificación, y ofrecen de forma simultánea información de los resultados parciales de todos los demás partidos.
Insiste el locutor: “Con este resultado (0-0) ambos equipos mantienen la categoría pase lo que pase en los demás campos de juego”. No era verdad, pero lo repite tantas veces que hasta llego a dudar.
Al poco marca el Alcorcón. Y al poco, el Almería. El locutor cambia el disco: “Pues ahora el que bajaría sería el UCAM”. ¿Pues no decías que el 0-0 les valía a ambos para conservar la categoría? En definitiva, tercera mentira del día.
Lo que acabo de contar no es fruto de mi imaginación sino el relato de tres hechos reales. Si me detuviera a analizar cada momento del día, cada instante del ritual, seguro que serían muchas más las mentiras que tenemos que soportar.
Vivimos en la era de la comunicación y la recepción de información por nosotros, los humanos, se hace en forma de vértigo. La tarea diaria a la que tenemos que enfrentarnos no es menuda: discernir a cada instante la verdad de la mentira.
Hace tiempo que llegué a la conclusión de que la verdad no existe, tenemos que creárnosla a cada momento con las herramientas que nos ofrecen, que son muchas y muy interesadas.
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