Al filo del fin de semana, Donald Trump ha hecho públicas 98 páginas de revelaciones sobre su declaración de impuestos. Resumen: ser presidente es su mejor negocio. Ha ganado 1.300 millones de dólares en dos años y medio, posee aún a su nombre activos por 1.400 millones y desde que llegó a la Casa Blanca sus hoteles, campos de golf y resorts se están poniendo las botas (y doblando precios).
Problema ético, entre otros: ¿hasta qué punto es lícito, por ejemplo que Trump haya denominado ‘Casa Blanca de Invierno’ a su club de campo Mar-a-Lago en Palm Beach? ¿No es uso inapropiado de la presidencia de EEUU en beneficio personal? El debate se abrió hace tiempo, y hace días se querellaron contra él los fiscales generales de Maryland y del Distrito de Columbia. Estas 98 página van a levantar más polvareda.
‘¿May-day?’ A este lado del Atlántico, Theresa May no está en mejor situación. Financieramente, por supuesto. Y en cuanto a sus problema como primera ministra británica, también rozan ya lo personal tras una serie de atentados, unas elecciones letales y la tragedia de la torre Grenfell envuelta en llamas: el viernes unos manifestantes enfurecidos la llamaron nada menos que ‘cobarde’ y ‘asesina’. Tuvieron que protegerla los policías.
Así llega el Reino Unido al comienzo este próximo lunes de las negociaciones del Brexit. Con la moral bastante baja y con divisiones en el Gobierno. El Discurso de la Reina en la apertura de la nueva legislatura se ha retrasado dos días por el drama del incendio. También se canceló una esperada intervención del ministro de Economía Philip Hammond en la que iba a presentar la nueva línea de negociación con Bruselas. La suya, no necesariamente la de May o la del Gobierno.
Hammond estaba a punto de salir por su opción más europeísta, y según algunos ha convencido a la premier o le ha forzado la mano tras su fragilidad electoral: en lugar de Brexit duro o Brexit blando, propone un Brexit ‘pragmático’. Entre otras cosas, porque en el referéndum para la salida de la UE los ciudadanos no votaron en ningún caso ‘para salir perjudicados y estar peor’ que antes…
Dicho así, parece fácil. El mismo argumento presentan los defensores de un segundo referéndum, porque en el primero se les mintió o por lo menos se tergiversaron los datos. Pero respecto a Hammond, es todo un poco más complicado. Por un lado, su defensa del pragmatismo la interpretan algunos sectores simplemente como una forma más amigable de buscar ‘todo lo mejor que se pueda’. Se traduciría en dilatar el periodo transitorio para asimilarlo lentamente. O en una especie de Estado Libre Asociado en la que se toma lo mejor de la UE y se desecha lo peor.
Pero el Gobierno es una jaula de grillos. Liam Fox, ministro de Comercio, ha hecho saber que si van adelante las ideas de Hammond, el que se va es él. Las nuevas incorporaciones llegan con presupuestos de hace un año, cuando como dice Financial Times, ‘todo ha cambiado en el Reino Unio y por tanto May también debe hacerlo’. Y sigue pendiente la denuncia de Gerry Adams, del Sinn Fein, de que la premier no puede pactar con los unionistas del DUP porque violaría los acuerdos que pacificaron el Ulster La papeleta es gorda.
Calma en Génova Algo más plácido tiene el futuro inmediato de Mariano Rajoy tras la derrota de la moción de censura de Podemos. Y por los últimos datos macroeconómicos, con bajada del paro y aumento de la previsión de crecimiento, de la recaudación fiscal, de las exportaciones y del turismo. También de la deuda, dato que recoge la revista The Economist de esta próxima semana como una de las ‘tareas pendientes’ de España.
El largo artículo-análisis de The Economist, sin embargo, es un espectacular ‘visto bueno’ al Gobierno Rajoy. Lo dice en el mismo título que figura en el sumario de la revista: ‘La recuperación económica de España: visto bueno’. En el interior incluso señala el camino desde 2012 como ejemplo para otros: ‘De nuevo optimistas: Las reformas de España señalan el camino para la Europa del sur’. Y añade: ‘Al haber afrontado sus problemas antes que Italia o Grecia, España está ahora viendo los resultados’.
Como arranque de la nueva y moderna economía de España, The Economist se fija en el grupo vasco Gestamp, ‘que en sólo dos décadas se ha convertido en uno de los líderes mundiales en la fabricación de componentes de coches, puertas y capós’. Con procesos como la estampación en caliente en lugar de la tradicional en frío, los componentes son ‘seis veces más resistentes, lo que convierte los coches en más seguros y livianos y menos contaminantes’. En suma, ‘lo que érase una vez un mero forjado de metal se ha convertido en una operación de alta tecnología’.
Bastantes más datos de Gestamp cuenta el artículo, y luego enlaza con lo general: ‘Globalizada e innovadora, Gestamp es un símbolo de la transformación de la economía de España’. A partir de ahí, se remonta al principio de la crisis, a la burbuja del ladrillo, al paro pasivo, al rescate bancario en 2012 y a la situación ‘que amenazaba con tragarse el euro’. Años después, ‘España enfila su tercer año consecutivo de crecimiento por encima del 3%, el mayor de todas las grandes economías de la eurozona, y está creando en torno a medio millón de empleos anuales’.
Gran parte de todos esos datos y algunos más ‘se deben a las reformas estructurales’ que acometió el Gobierno al llegar. Mientras, Italia y Grecia se han dormido un tanto y ahora son ‘el flanco más débil de los países mediterráneos de la UE’. Lo que es más, el crecimiento español de ahora, ‘tiene cimientos más sólidos que en el pasado’. Del ladrillo como motor se ha pasado a la exportación, y no sólo de productos agrícolas: automóviles (’segundo productos y exportador tras Alemania’), productos químicos y farmacéuticos, maquinaria.
El éxito, tal como lo presenta The Economist, se debe a las tres grandes medidas de Rajoy: reforma del mercado laboral, saneamiento del sistema bancario y reducción del déficit. El artículo cita al ministro Guindos: ‘Podemos vivir unos diez o doce años con lo que hicimos en 2012, siempre que no cometamos errores’.
Y eso es lo mal, que hay unos cuantos peros: ‘España puede ser un ejemplo para otros países, pero su propia recuperación dista de estar completa’. Entre esos peros, la excesiva y agobiante regulación nacional, autonómica y local; la burocracia y el ‘amiguismo’ (en español en el original); la educación y el fracaso escolar…
Último párrafo: ‘España merece de verdad mucho reconocimiento por las reformas que ha llevado a cabo, y su perspectiva es mucho más risueña. Pero si la economía global sufre y es menos favorable, los españoles pueden llegar a lamentar que Rajoy no abordó más problemas que tuvo ocasión’, cuando tuvo mayoría absoluta. O sea, que es un visto bueno pero con reparos.
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