La última crisis de indisciplina de los compañeros de Podemos Cataluña frente a las directrices de Iglesias, pone de manifiesto el efecto letal que el "proces" está provocando en casi todas las fuerzas políticas. La deriva independentista, que Mas puso en marcha para salvar su pellejo, forzando las costuras de un partido de centro derecha emblema de la burguesía catalana de toda la vida, ha acabado con la formación y con sus siglas. Los herederos, el PDCAT, andan hundidos en una lucha intestina sabiendo que la próxima convocatoria electoral los llevará a la irrelevancia.
La expulsión fulminante del consejero Jordi Baiget, por poner en solfa el final feliz del referéndum, ha sido la gota que ha colmado el vaso de un sector de la antigua Convergencia que nunca fue independentista, que no cree en la confrontación abierta con el Estado, y que sospecha que Puigdemont va por libre y no tiene nada que perder en esta guerra. No les gusta la dependencia absoluta que tiene el president de la Generalitat de los parlamentarios de la CUP y que sean estos los que estén marcando el calendario bajo el chantaje permanente de dejar caer el gobierno. Colau, la más inteligente junto a Oriol Junqueras, se mueve en la indefinición de apoyo pero no firmo, estoy de acuerdo pero así no... mientras su figura se proyecta más allá del Ayuntamiento de Barcelona.
Porque son los "comunes", junto al PP y, por supuesto, Esquerra Republicana, las únicas siglas que van a salir indemnes del desafío. De Unió y no quedan ni las sedes. Su líder Josep Antoni Duran y Lleida ha desaparecido del panorama político catalán y el que ocupara su sillón en el Congreso, Homs, está inhabilitado y según confesión propia "hasta los huevos de que el PDCAT, en solitario, este pagando todas las consecuencias del "proces". Y qué decir de los socialistas catalanes. Un partido que ha gobernado los principales ayuntamientos además de la Generalitat, y que ahora pese a la encomiable labor de coherencia de su responsable Miquel Iceta, es una fuerza testimonial donde cada uno dice lo que se le viene a la cabeza. Como la alcaldesa de Santa Coloma de Gramanet, Nuria Parlón, que amenazó con hacer un llamamiento a la comunidad internacional si se suspendía la autonomía catalana. O algunos alcaldes que ya han anunciado estar dispuestos a ceder espacios para que se pueda celebrar el referéndum del 1 de octubre.
El gran triunfador de la aventura equinoccial de Mas va a ser Junqueras, el próximo president de la Generalitat cuando se convoque elecciones en otoño ante la imposibilidad de celebrar una consulta sin garantías jurídicas. El Gobierno de Madrid confía en que con él se pueda restablecer el diálogo y la búsqueda de una solución al malestar de la ciudadanía catalana. Eso sí, cediendo en lo que no podemos ni imaginar.
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