El verano ya está aquí. A las puertas de la Universidad de Santander observó un cochazo de lujo, un Lexus último modelo, no hizo falta ni preguntar de quién era. Un signo de ostentación de los nuevos ricos españoles. Después leo el último mensaje del PP, un partido sin ideas e incapaz de ejercer la autocrítica, que afirma “estar al límite y que bastante tienen con seguir vivos”. Eso si, sus simpatizantes esperan la llegada de un nuevo mesías, se habla del actual presidente gallego. Mientras tanto, Rajoy hará el paseíllo ante los tribunales de justicia, para vergüenza de muchos.
Otra política
No extraña que con este panorama el país en su inmensa mayoría esté en otras historias, de pesimistas estamos sobrados. Desde luego no vendría mal un discurso capaz de ilusionar, un proyecto renovador para la España del siglo XXI. El PSOE de Pedro Sánchez, de entrada, parece en buena disposición, más humilde y con capacidad de hablar con todo el mundo sin las urgencias de antes, con más realismo. La bajada de humos a la Susana le ha venido bien a todos, desde la derecha a la izquierda.
Se hace necesario reivindicar una manera de hacer política con pragmatismo, desde lo posible y no desde lo deseable. Ya está bien de prometer el paraíso, o las arcadias felices, la felicidad por decreto, cuando sabemos que como máximo podemos aspirar a administrar nuestra infelicidad. Además, la historia nos muestra donde llevaron las utopías en la Europa del siglo XX.
El pactismo
Los dos últimos libros que he leído, uno sobre la política en general y otro sobre el tema catalán, los dos autores son conservadores, liberales y humanistas. Uno es Valentí Puig y otro Félix Riera. La reivindicación del pactismo es la esencia de su discurso. Y en ese moderantismo reformista creo está la mayoría del país, aunque la realidad política vaya por otros derroteros. ¡De momento!
El hablar todos con todos, la España del norte con la del sur, la Cataluña nacionalista con la que no lo es…etc. no está muy cultivado que digamos. Aunque con tanto wasap cuesta mucho hablar cara a cara. Se ha perdido la conversación y sin conversación perdemos lo que nos diferencia de otras especies: la humanidad. “Ha surgido un nuevo ser, hiperconectado, definido por “comparto luego existo”, pero que se siente solo, afirma la escritora Sherry Turkle.
Cataluña
Si acaba bien, nos daremos por satisfechos. Hay un sector emergente de la sociedad catalana que lleva muchos años callado y que ahora, dicen, no están dispuestos a callar. Y se entiende. El nacionalismo ha hegemonizado el poder e impedido la alternancia y da miedo. Y si no que se lo pregunten a los vascos. Todo lo que haga salir el fanatismo que llevamos dentro es para preocuparse. El contexto político no es el de la transición, pero ese discurso de odio al vecino, tiene malas consecuencias.
Ahora sería el momento de negociarlo todo, cultura, lengua, dineros, identidad y luego a votar todas las veces que sean necesarias. Tanto desde la derecha como desde la izquierda son numerosas las voces que consideran que si no se negocia perderemos unos y otros. Solo falta un poco de humildad para reconocerlo. Pero aquí todos creemos llevar la razón, y eso imposibilita hablar. Hoy lo importante no es ver quien lleva o no razón sino construir un marco de diálogo y entendimiento y finalmente si me apuran de amistad y confraternización. Lo contrario ya sabemos dónde nos lleva.
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