¿Dónde está la izquierda?

Buscándose a sí misma lleva la presunta izquierda española muchos años. Una  veces por fas y otras  veces por nefas lo cierto es que pasan los años y no se encuentra. Más le valdría  interesarse por  la unión dejando los matices aglutinadores   para otra ocasión. Como en el famoso cuento de galgos y podencos lo esencial es correr  si   desean librarse de la frustración; las disputas por si mismas no conducen nada más que al vacío. 
En las últimas elecciones todo lo que se les ocurrió a los estrategas de PSOE y Podemos era discutir quién tenía todavía la hegemonía de la izquierda en España, discusión inútil porque, como se sabe, las cosas se calmaron entregándole a Rajoy la investidura de Presidente del Gobierno. 
Las últimas encuestas publicadas hablan prácticamente  de un empate entre socialistas y podemitas. Solo por el gustazo de llamarse de izquierdas haciendo fracasar nuevamente la toma del  poder, no merecería la pena. Para mí  la verdadera pregunta es: ¿Por qué interesa tanto ser de izquierdas cuando los programas no lo son o aparecen  ante la ciudadanía como falsos? ¿Qué  está fallando en este país para que el PP mantenga aún las esperanzas de gobierno después de la inmensa corrupción que arrastra? ¿Por qué el partido socialista ha descendido tanto en credibilidad de masas?  Si llegara alguna vez la siempre deseada y discutida unión de izquierdas, si no se esfumara como hasta ahora en congresos y charlatanería, quizá brillara la estrella de Pablo Iglesias, (no este Pablo Iglesias de ahora un  pelín perdido entre la casta y la nueva  frontera). 
Si se repitiera la parafernalia litúrgica de la otra vez nos quedaríamos sin saber qué decirle al pueblo sobre sus necesidades. Una  vuelta a la España que dejó Felipe González, en contraste  con la que  nos dejó Rodríguez  Zapatero  quizá fuera útil en este momento  sin perder de vista lo que ocurre en las cloacas del Estado..
 La verdad de la izquierda no debiera quedarse solamente en los anuncios de las paredes. Tampoco Podemos iría muy lejos solo con el orgullo de encabezar  las manifestaciones callejeras.