Continuamos con nuestra historia de la igualdad de la mano de otra valiente mujer: Se trata de María Elena Maseras, la primera mujer que consiguió en 1872 matricularse en una universidad española, con un permiso especial del rey Amadeo de Saboya para cursar estudios en la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona.
Este permiso abría la posibilidad de cursar la carrera en régimen privado, pero no la facultaba para asistir a las clases. No fue hasta elaño 1875, por una iniciativa del catedrático de Terapeútica Doctor Carbó, Maseras que María Elena fue admitida oficialmente a una clase universitaria, ocupando un asiento especial en la tarima junto al profesor.
Al finalizar sus estudios en el año 1878 su título no la habilitaba para ejercer la Medicina. El Ministerio de Instrucción Pública tardó cuatro años en expedirle el título. Cuando una mujer conseguía ejercer en la Medicina lo hacía en especialidades consideradas propiamente femeninas, como Pediatría o Ginecología.
No podemos pensar que, rápidamente, el acceso al bachiller superior y a la Universidad se convirtió en una rutina ya que la presencia de mujeres en la Universidad española durante el siglo XIX fue escasa.
Entre 1882 y 1910 sólo 36 mujeres finalizaron licenciaturas universitarias en España tras superar barreras que incluían la autorización por el Consejo de Ministros, disfrazarse de hombres, como hizo Concepción Arenal para estudiar (sin matrícula ni título) la carrera de Derecho en la Complutense, tener que asistir a clase con un acompañante o colocarse en la mesa del profesor, por no hablar de las trabas para la expedición de títulos, la colegiación y el ejercicio de la profesión.
La incorporación de la mujer en nuestras universidades ha sido, pues, más lenta que en otros países de Europa, donde las mujeres adquieren este derecho entre 1850 y 1890.
Las universidades de París y Zúrich fueron pioneras en aceptar mujeres en todos los estudios universitarios con igualdad de derechos con los varones, seguidas de otras universidades en Reino Unido, Bélgica, Dinamarca, Italia y Alemania.
Así pues, fue a comienzos del siglo XX cuando se empezaron a romper fronteras y las mujeres se fueron incorporando de manera paulatina a los estudios universitarios.
Desde el año 1910 el número de mujeres en las universidades españolas ha aumentado rápidamente hasta dar el definitivo salto de incorporación con la llegada de la democracia a nuestro país. En la actualidad, seis de cada diez estudiantes universitarias que comienzan el curso son chicas y sus resultados académicos son mejores que los de los varones.
La lucha por la igualdad es fundamental en el progreso de los derechos humanos y en el avance hacia una sociedad más justa.
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