Los muertos que vos resucitáis

Enrique Arias Vega
23:05 • 12 ago. 2017

Me he quedado de piedra al ver que un colega muerto hace dos años acaba de pedirme ser amigo en Facebook. No es la primera vez que me sucede semejante macabra contradicción. En este caso, en la biografía de la petición figuran fotos, amigos comunes actualizados y demás literatura habitual de estos procesos. Como si no hubiera pasado nada y continuase vivo, para perplejidad de unos, desconcierto de otros e ignorancia el resto.
Se trata de una monstruosidad más de las redes sociales que conduce a la más absoluta de las confusiones: por si no existiesen suficientes dudas de lo que sucede en el mundo, ya no hay barrera entre la verdad y la mentira, entre la ficción y la realidad; cualquiera puede manipularlas a su antojo y hacer creer las cosas que no son.
Ignoro cómo se hacen desaparecer los datos introducidos en las distintas redes sociales, aunque me consta su dificultad. Lo cierto es que, de no hacerse en tiempo y forma, éstas continúan teniendo su vigencia y hasta su eventual puesta al día ficticia, ya que todo el mundo puede introducirse en ellas. De esta manera, tan morbosa como tétrica, se crea un mundo inexistente, en el que sin querer entra gente de buena fe, animada por su desconocimiento.
Quiero compartir este asunto con mis lectores, pues supongo que no soy el único al que le suceden este tipo de cosas. Por un momento, además, he imaginado que alguien se dedicase a manipular y a engañar a mis amigos tras mi fallecimiento: desde luego no sería para embellecer mi biografía póstuma, sino para embromar, perjudicar y confundir a otros a mi costa.
Voy a ver cómo puedo impedir semejante canallada e invito a los demás a que hagan lo mismo en su caso.







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