La comparecencia extraordinaria de Mariano Rajoy en el Congreso de los Diputados ha sido en realidad bastante ordinaria. La oposición, con distinta intensidad, le ha preguntado por la corrupción y el presidente, en su línea, cansado de haber respondido ya medio centenar de veces sobre el asunto -según sus datos- ha venido a decirles: “ustedes pregunten lo que quieran que yo responderé lo que me dé la gana”.
Los portavoces de PSOE y Podemos han sido los más duros. Margarita Robles le ha dicho a Rajoy que “es un presidente bajo sospecha” y le ha pedido que no caiga en la tentación de otros presidentes de “envolverse en las banderas para tapar la corrupción”. Para Pablo Iglesias es muy difícil de creer que Rajoy no supiera nada de la corrupción que se cocía en el partido en el que siempre ha tenido altas responsabilidades, pero en el caso de que no lo supiera, de que no fuese un mentiroso, lo que sería es un incompetente. Rajoy ha soportado el chaparrón reglamentariamente cronometrado y les ha devuelto en bloque un órdago: pues muy bien, no hace falta que me pidan responsabilidades políticas, presenten moción de censura.
Hoy había apuestas por saber si Rajoy iba a pronunciar en el debate la palabra Gürtel, aunque fuera usando el eufemismo de “ese asunto por el que usted me pregunta”. No lo hizo en su primera intervención y, cuando las apuestas subían en la réplica, Rajoy desempolva Irán, Venezuela y el caso ¡Lasa y Zabala! Hay que tener mucho cuajo para driblar de esa manera a sus interpelantes. Imagino hoy a media España buscando en Google “Lasa y Zabala” y la relación de Margarita Robles con el asunto, aunque ya se ha ocupado ella misma de recordarle a Rajoy que gracias a su declaración como testigo en el juicio se pudo encarcelar a los culpables. A la misma hora en que se producía este surrealista y anacrónico rifirrafe entre Rajoy y Robles, en la localidad de Buñol comenzaba la Tomatina. Pero Mariano Rajoy, en la Carrera de San Jerónimo, ya se había anticipado a esa fiesta en la que la clave es que todo el mundo salga pringado hasta las cejas. Para no llamar la atención.
De todas las intervenciones que se han producido en este primer debate del curso político me quedo con la del portavoz de Compromis, Joan Baldoví, cuando ha reconocido con melancolía la evidencia de una oposición que suma suficientes votos como para obligar a Rajoy a comparecer para hablar de corrupción pero no para echarlo. “Parecemos extraterrestres si un partido imputado y que destruye pruebas sigue gobernando este país”, ha dicho. Fin de la cita.
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