Cataluña está fuera de control y Puigdemont es un líder mesiánico capaz de todo. Ver a Otegui participar en la Diada y de invitado estrella de la televisión es una muestra de que se han perdido los papeles. El atentado de las Ramblas con su corolario de víctimas parece más que olvidado. Hubiera sido la ocasión ideal para buscar un tiempo de reflexión. Lo peor es que no hay nadie con autoridad moral ni política capaz de parar el desvarío. Ni La Vanguardia, ni los monjes de Poblet, ni siquiera la Caixa. Al final serán los Mossos y la Guardia Civil los que pongan orden, con la Justicia detrás.
¿Qué hacer?
En Cataluña se ha instalado un clima ambiental casi guerra civilista, de matonismo mediático, o conmigo o contra mí. No se dan las condiciones democráticas para realizar un referéndum ni de independencia ni de nada y seguir por este camino es de una gran irresponsabilidad. Solo un gobierno de transición que genere un clima de distensión y dialogo sería la única forma de cortar de raíz el avance de los extremistas. Esa visceralidad emocional de banderas, himnos, días históricos y enemigos no augura nada bueno.
El caso me recuerda a unos hechos sucedidos en Holanda, entre dos grupos enfrentados en la calle, uno de autóctonos, y el otro de inmigrantes nacidos en Holanda, cada uno a un lado de las trincheras. Después de un tiempo, surge una voz en medio de la batalla campal: “¿Y ahora qué? ¿Vamos a seguir así siempre? El hartazgo y el cansancio están al límite, o acabamos con el Procés o éste acabará con nosotros.
La Otra Cataluña
De pronto se ha hecho visible la Otra Cataluña, la bilingüe, de doble pertenencia, la que mejor representa a la Cataluña plural y mestiza. “No nos callarán”, “hemos aguantado demasiado”, exclaman numerosas voces. Durante mucho tiempo se les ha silenciado como si no existieran y ahora tienen que oír como se les llama unionistas, españolistas, borbones…cuando no franquistas.
En estas circunstancias es necesario abrir un nuevo tiempo político o esto tiene visos de terminar a “puñetazos”. Donde vayamos encontramos el mismo clima agresivo y bronco, ya sea en el Parlament, en las tertulias o en las redes…Los alcaldes del PSC acaban hace unas horas de sacar un comunicado denunciando las presiones e insultos que están recibiendo. Ya nadie parece callarse, todo el mundo entra al trapo.
Epilogo
De la necesidad virtud, ahora podría ser la ocasión de salir del pleito identitario y del conflicto territorial que tantas energías consume y que está dejando secuelas patológicas. “La sociedad catalana debe entablar una gran conversación colectiva sobre los temas controvertidos que preocupan a todos. Frente al exceso de manipulación propagandística debemos escucharnos de verdad unos y otros…” Afirman los profesores Ferreres Comella y Saiz Arnaiz.
Una vuelta, sobre todo, a la política con mayúsculas que empiece poniendo límites al imaginario de “España como enemigo” y otros tópicos, que tanto dañan al entendimiento. De igual manera, no estaría mal interiorizar, la dualidad cultural-lingüística y de pertenencia como el ser de nuestra identidad, y recuperar los valores intrínsecos del catalanismo, y de la España ilustrada. Mientras no se afronte con sinceridad y no con hermosas palabras, las heridas seguirán abiertas.
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