Cristóbal Montoro no se prodiga mucho en los medios de comunicación, pero cada vez que habla sube el pan, la gasolina, el IRPF que sale de nuestra nómina o, lo que es peor, todo a la vez. No hay término medio con este ministro y este gobierno: o la hacen mal o la hacen peor para que siempre terminen pagando los mismos, los trabajadores. Todo aquel o aquella que tiene una nómina se puede dar por perjudicado con el PP. Ahora bien, si eres millonario – de ese selecto colectivo que ha crecido durante la crisis- no hay problema, igual te hace una amnistía fiscal que una reforma para que pagues menos impuestos.
La última vez que ha hablado el ministro de Hacienda ha sido para decir que no está por llevar al Consejo de Ministros los presupuestos de 2018. Montoro ha venido a deslizar que la crisis catalana y las dudas del PNV han terminado por poner la cosa tan fea que se ha complicado aprobar las cuentas del Estado para el próximo año.
El Gobierno de Rajoy ha demostrado, de esta manera, una falta de previsión inconcebible; impropia de un gobierno serio y responsable. Aprobar los presupuestos resulta de vital importancia para nuestro país, puesto que de ellos depende una estabilidad económica que está cogida con pinzas o garantizar cuestiones tan necesarias como el sistema público de pensiones.
La realidad a la que nos enfrentamos los almerienses ante la incapacidad del Gobierno para aprobar los presupuestos en tiempo y forma es descorazonadora, puesto que su prórroga va a volver a retrasar cuestiones que requerían de la inmediatez en su ejecución.
El agua, las obras del Corredor Mediterráneo, la mejora de nuestras carreteras y la puesta en marcha de un plan de empleo especial para Andalucía, del que se pueda beneficiar Almería, son cuestiones irrenunciables que requieren de una respuesta urgente. Mañana ya es tarde para Almería.
En cualquier caso, todo eso no solo depende de la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, sino también de la voluntad política de ejecutarlos, algo que no ha ocurrido hasta ahora en nuestra provincia. A Almería solo han llegado hasta ahora las promesas de unos políticos del PP que han acompañado al Gobierno con sus mentiras.
En este estado de las cosas, la sociedad almeriense debe de rebelarse contra este castigo que ahora se prorroga y contra esa deslealtad que también parece prorrogable. La incompetencia de este gobierno es tan vergonzosa que se hace difícil entender que los almerienses podamos aguantar y tragar por más tiempo todo este cúmulo de desplantes hacia nuestra provincia.
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