Evitar la angustia por el procés

Confieso estar a un par de telediarios de la prescripción facultativa sobre el interminable psicodrama catalán. Y lo peor es que no sé si hay tratamiento posible. Tampoco sé si tengo capacidad de absorber más información, más reacciones, más conexiones en directo y más momentos históricos. 
Como tampoco quiero acabar molestando con esto a alguno de mis amigos médicos, creo que acabaré recetándome unos cambios de canal y poniendo distancia física con mi teléfono, porque les juro que esto no es vida. Cada vez que me suena la alarma del móvil ya no sé si es que voy tarde a algún lado o que algún chalado se ha autoproclamado presidente de la república independiente de su casa. 
Y si por lo menos fueran agradables de ver, la cosa podría tener un pase, pero es que, además, el señor Puigdemont y su Cuadrilla son –digámoslo de un modo suave- de presencia manifiestamente mejorable. Unos por su peinado, otros por el descuadre de su mirada y otras por su firme enfrentamiento con el desodorante, lo cierto es que forman una colla de artistas que, con el añadido del permanente doblaje al español, se han convertido en presencias tan frecuentes como antipáticas en las televisiones y teléfonos del resto de españoles. 
Y si esto me pasa a mí, que no vivo en el anhelo psiquiátrico de la liberación de una ocupación fascista, no quiero ni imaginar la temporadita que deben estar viviendo los independentistas de pata negra, los que casi se desploman del soponcio al comprobar que habían sido independientes apenas durante treinta segundos. 
Y de esto se habla poco, pero creo que uno de los aspectos más difíciles de la actual situación será gestionar la fractura emocional generada por los que creyeron que podrían romper con España así como así. 
Fíjense cómo estará la cosa que hasta la propia Generalitat de Cataluña ha acabado distribuyendo un video con consejos para evitar la angustia generada por el procés independentista. Manda narices. Es como una antología de chistes sobre bomberos pirómanos.