Suele ponerse como ejemplo de discurso indescifrable la famosa negociación de los hermanos Marx que, sin embargo, se entiende muy bien: “la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte”… “¿Por qué no hacemos que la primera parte de la segunda parte contratante sea la segunda parte de la primera parte”?
Lo de Puigdemont es mucho más claro: hizo una declaración de independencia ante el Parlamento de Cataluña, pero éste no la aprobó: no se votó –acabados los discursos, sin réplica siquiera, la Presidenta filibustera levantó la sesión- ni proclamó legalmente ni se ha publicado en el “Butlletí oficial del Parlament de Catalunya” ni en el “Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya”. Y las leyes y demás disposiciones oficiales no publicadas, no existen.
Así pues, la declaración de Puigdemont no pasó de una manifestación ante un grupo de leales –a los que fue desleal- en una reunión privada, con los avatares –retraso, etc.- de todos conocidos.
Y, en todo caso, ¿tuvo alguna eficacia jurídica esa mera declaración presidencial? Yo, jamás me he planteado tener que ir a Cataluña con pasaporte.
La Ley catalana del referéndum de autodeterminación, dice en su artículo 4: “Si en el recompte dels vots vàlidament emesos n’hi ha més d’afirmatius que de negatius, el resultat implica la independència de Catalunya. A quest efecte, el Parlament de Catalunya, dins els dos dies següents a la proclamació dels resultats oficials per la Sindicatura Electoral, celebrarà una sessió ordinària per efectuar la declaració formal de la independencia de Catalunya, concretar els seus efectes i iniciar el procés constituent.”
Toca al Parlamento, pues, proclamar –no confundir con la mera declaración- la independencia. Es muy claro. ¿Qué fue lo que el líder aparente de la conjura de los necios le dijo a los diputados y el Gobierno de España no ha entendido, hasta el punto de preguntarle si declaró o no la independencia de Cataluña a efectos de activar el artículo 155 de la Constitución?
Puigdemont dijo, y transcribo la traducción de El País: “La Ley de Referéndum establece que, dos días después de la proclamación oficial de los resultados, y en caso de que el número de votos del sí haya sido superior al número de votos del no, el Parlamento (y cito textualmente la ley) 'celebrará una sesión ordinaria para efectuar una declaración formal de la independencia de Cataluña, sus efectos y acordar el inicio del proceso constituyente.”
Hubo, pues, una dación de cuenta al Parlamento, no una proclamación formal por el Parlamento. Pero, en todo caso, es irrelevante: ha habido un fraude de Ley monumental. A unas leyes, además, inoperantes, al estar suspendidas por el Tribunal Constitucional.
Con todo, sin embargo, no cabe duda de que se dan los supuestos que el artículo 155 de la Constitución exige para su aplicación -no cumplir las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan a la Autonomía, o actuar de forma que atente al interés general de España-, que vengo reclamando desde antes del referéndum del 9 de noviembre de 2014, que se celebró pese a estar suspendido por el Tribunal Constitucional: si se hubiese evitado, habríamos ganado tres años en la lucha contra el crecimiento del independentismo: ciertas enfermedades sólo se curan con una intervención quirúrgica radical.
Hay una general coincidencia en valorar negativamente la inacción del Gobierno –que ha causado muchos daños, algunos irreparables- reactivo, que siempre ha ido a remolque, jamás ha sido proactivo. Su última inacción con tintes de tomadura de pelo: hubo votación, urnas, papeletas… Y, por cierto, ¿qué habrá sido de Pérez de los Cobos, el mando único ¿coordinador? de las Policía? Se burlaron de él como Junqueras de la omnipotente –va de sabia- Vicepresidenta.
¿Por qué ahora sí se aplica el 155 y no desde el inicio del continuado golpe al Estado? ¿Para qué Rajoy y Sánchez le han dado una semana larga a Puigdemont –con todo, mañana temprano sabremos algo- para que haga examen de conciencia? ¿Esperan, de verdad, que haga propósito de la enmienda, cuando han cometido delitos y tropelías por un tubo con una descarada sensación de impunidad, dada la pasividad de Gobierno español? ¿Caben más actuaciones de los fontaneros, monclovitas, zarzueleros y empresariales en su desbandada? ¿Durará mucho –creo que no- el despertar de la muda sociedad catalana?
Y dirá Puigdemont, si ha leído a Benedetti; “¡Otro día se acaba y el destino era esto / ...Aquí no hay horizonte!” Y con José Hierro: “después de tanto, todo para nada” … Y Sánchez, descorbatado en los actos solemnes del día de la Fiesta nacional.
… Y van cien Sin notarlo, este a “Mi manera” cumple hoy cien semanas ininterrumpidas. No soy capaz de recordar cómo era España hace dos años. Empezaba a ponerse rara, eso si. Es una pena que haya pasado el tiempo sin notarlo, pero, me quedo con lo más feliz: este diálogo de papel, cada semana, con Vd., y… el nacimiento de Alejandro, mi neto, que tiene ya tres meses y, al ritmo en que crece, parece apuntar a ser jugador de baloncesto… o picador. ¿El problema? Que, para cuando sea mayor, habrán desaparecido Los Toros.
Salarios y deporte Me ha apabullado saber que muchos deportistas ganan más de diez millones de euros anuales libres de impuestos. Cuando despierten cada mañana, antes siquiera de bostezar, ya habrán ganado 30.000 euros, 5.000.000 de pesetas. Y todo, por darle patadas a una pelota. No lo digo negativamente: el mercado es el mercado y el deporte –está claro- un negocio. Pienso, sólo, en quienes son realmente útiles a la humanidad, en los médicos, por ejemplo. Y cada día, como Gil de Viedma, me digo: no es el mío este tiempo.
La ciudad templada El “te maldigo porque no eres ni fría ni caliente” del Apocalipsis, se diría escrito para Almería, la ciudad templada pero, lejos de maldecirla, la bendecimos los almerienses y sus visitantes. Da gusto, estos días de puente, ver a rebosar sus playas, bares y terrazas. Está aislada, sí, pero es la isla de la calma, a la que viene la gente a ser feliz, como quienes tenemos la suerte de vivir en ella. ¿Pasará con el turismo catalán como con el del Norte de África y acabará recalando en esta provincia feliz?
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