¿Dónde estábais entonces?

Entre la burbujeante sucesión de empresas que están haciendo las maletas en Cataluña porque no se fían del idílico e incomparable marco del discurso independentista, está siendo muy comentada la salida de la firma Codorniú, una empresa vitivinícola de raigambre y tradición de siglos que también ha tomado la puerta fiscal. Y aunque el gesto pueda complacer a los que consideramos la independencia de Cataluña como una quimera enloquecida y dañina para todos, no puedo dejar de señalar que muchas de las compañías que ahora están haciendo las maletas son las mismas que se han pasado años entre el silencio activo y el aplauso directo al discurso separatista. Precisamente muchas empresas del cava empezaron a negar en sus etiquetas a la misma España a la que ahora quieren escapar muchos, limitándose a decir en sus botellas que aquello era un producto de Catalunya o, en todo caso, un “product of Spain”. Y ahora que han descubierto que un cliente español cabreado prefiere probar en Navidad cavas extremeños, riojanos, valencianos o almerienses han vuelto a poner a España en sus etiquetas. Me pregunto dónde estaría el independentismo si desde el minuto uno se hubiera encontrado con el rechazo firme de los que ahora empacan llenos de congoja y sentido común sobrevenido. ¿Habría llegado tan lejos el delirio si los bancos, las empresas de alimentación y las aseguradoras de peso hubiesen advertido a la Generalitat que con las cosas de comer no se juega? ¿Hasta qué punto su silencio –y en muchos casos la colaboración plena - no ha servido más que para dar alas a los majaderos de la ruptura radical? Ah, pero era tan delicioso dejarse llevar por el espumeante aroma de la rebeldía y la autoafirmación… era tan embriagador el rumor de las calles… Pues ahora, en sus apresuradas maletas deberían dejar hueco para llevarse su parte de culpa en todo este enloquecido proceso.