El pasado sábado tuve la oportunidad de escuchar en directo algunos argumentos y explicaciones del ministro de Fomento en su tercera visita a Almería, y durante el fin de semana he repasado todo lo que han recogido los medios sobre sus declaraciones. Me ha parecido un político cercano, simpático y hábil en el manejo de los tiempos y de las ideas, que interrumpe a su interlocutor cuando le parece oportuno, y orienta la conversación a su interés, ventajas dialécticas que le permite su condición de miembro del gobierno de España
Son sin embargo muchas las cosas que dijo que se pueden comentar y matizar, y varias las que se pueden rebatir. En primer lugar lo que afirmó sobre los servicios ferroviarios de Santander, ciudad en la que ha tenido la suerte de ser alcalde. Aseguró que son al menos tan malos como los de Almería, pero basta entrar en la página web de Renfe para poder desmentir esta afirmación y comprobar cuál es la verdad auténtica:
La capital cántabra tiene cinco conexiones diarias de ida a Madrid, cuatro de ellas con una duración de poco más de cuatro horas, operadas por unos magníficos trenes Alvia que a partir de Palencia circulan por la vía del AVE. Cuenta también con ocho conexiones de vuelta, tres de ellas con la misma duración de unas cuatro horas. Es cierto que los otros seis trenes tardan casi seis horas, pero porque son expresos que hacen hasta 30 paradas. Se quejaba el ministro de que ayer domingo no iba a poder ir a comer con sus hijos porque solo tenía disponible una comunicación que tarda 5 horas y 45 minutos. Ese tren sale de Madrid a las 8.00, por lo que podría haber estado en Santander a la hora de comer, y tras una generosa sobremesa, podría haber tomado a las 19.00 un Alvia de vuelta que llega a las 23.10 y permite estar a una hora discreta en la cama tras pasar el día en Cantabria.
Esta posibilidad de ir a Madrid y volver en el mismo día es imposible para los almerienses ya que los tiempos de nuestras dos conexiones con la capital son casi el doble de los cuatro servicios santanderinos. Así que las cosas ni se parecen a como nos las ha contado el ministro, y si le han hecho creer que son así, debería cambiar de agencia de viajes.
Me indigna la frecuente justificación de nuestras deficiencias ferroviarias alegando las de otros sitios, porque en ninguno de los lugares que se citan se ha producido en los últimos treinta años un crecimiento de la economía y de la población tan espectacular como el nuestro, ni ha habido un deterioro simultáneo tan grave de los servicios ferroviarios, hasta el punto de que tenemos amenazado el futuro de ese bienestar que tanto nos ha costado.
Hay que reconocer y agradecer al ministro su interés por ser el primero en cumplir sus compromisos con esta tierra, pero eso no le autoriza a hipotecar nuestro futuro. Defiende con aplomo la bondad de la mejora propuesta para la línea a Granada, pero no resulta muy convincente: no podemos esperar hasta 2023 para que la situación mejore, y mantener para siempre el trazado actual con sus pequeños radios de giro y sus pendientes de casi el 3% (el doble de lo recomendado por Adif para el transporte de mercancías) porque es inaceptable.
Le entregamos un dossier “en el que le insistimos para que construya un cambiador de ancho de vía en Granada, por compromiso, por credibilidad, por necesidad, por coherencia y por justicia. Creo que ese documento tiene el rigor que pide a las reivindicaciones, y les aseguro que recibirá otros dos semejantes justificando la necesidad de cambiar el plan para la línea a Granada y de prever plataforma para doble vía en la de Murcia.
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