Un turista llamado Puigdemont

Charo Zarzalejos
23:03 • 08 dic. 2017

Quienes creyeron ver en el juez Llanera una tabla de salvación, se han llevado un buen chasco. Nunca pudieron imaginar que el juez del Supremo tuviera los reflejos suficientes como para acudir a la rescisión de la petición europea de detención del señor Puigdemont. Le atribuyen al juez haber acudid a una argucia y no, no es una argucia, es una facultad absolutamente legal de la que disponen todos los Estados. Es verdad que lo hubiera podido hacer antes, e incluso no hacerlo; pero es obvio que si un juez puede evitar una hipotética desigualdad, debe actuar.
Tomada esta decisión, la justicia belga queda libre de cualquier pronunciamiento y es seguro que el Gobierno belga se ha quitado un peso de encima; por el contrario, el juez Llanera no hace favor alguno al Gobierno español. Éste con atenerse a lo que dijera la justicia belga, tenía el problema resuelto.
Ahora quien de verdad tiene un problema es el señor Puigdemont, que se ha convertido en uno de los miles de turistas que deambulan por Bélgica. En sus manos y solo en sus manos está el volver o no a España, sabiendo, eso sí, que la orden de detención nacional sigue en plena vigencia.
El expresidente de la Generalitat ya ha anunciado que si sale elegido vendrá a tomar posesión de su acta. Y lo hará salvo que el CNI se entere de su entrada en España con la misma perspicacia que se enteró de donde estaban las urnas del 1-0 o de donde y cómo se hicieron los secesionistas con los datos personales de los ciudadanos. Ahora se ha sabido que estaban encriptados y así se hicieron llegar a las mesas. Todo un entramado que no fueron capaces de poner al descubierto. 
El turista Puigdemont no tiene límites en sus alocuciones. Le veremos en más intervenciones a distancia y le escucharemos más declaraciones y se consolará pensando que con su presencia en Bruselas está ridiculizando al Estado español. A lo mejor hasta se lo cree. 







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