De todos es conocida la paradoja estadística del pollo, que es la formulación científica por la que, si una persona se come dos pollos al día y otra ninguno, resulta que al final cada una se ha comido un pollo. Y con esa misma sensación de compartir hambre y sorpresa se queda uno cuando ve el mismo día, en las portadas de la prensa almeriense, estas dos noticias: “Torrecárdenas se cuela entre los 50 mejores hospitales del país” y “Colapso en urgencias con 29 pacientes en los pasillos a la espera de una cama”. Dos noticias el mismo día sobre el mismo hospital. Y claro, uno tiene que mirar esas informaciones como miraría el que se ha comido un pollo estadístico al que se ha zampado los dos pollos sin dejarle un alerón. Lo que está claro es que la estadística es al periodismo lo que un asador de butano al pollo: un instrumento eficacísimo para ir dándole vueltas a la realidad mientras la vamos cocinando lentamente para que suelte toda la grasa. Y así, según el escalafón anual elaborado por el Monitor Empresarial de Reputación Corporativa, el hospital de Torrecárdenas está entre los cincuenta primeros de toda España, por encima de muchísimos otros. Virgencita, virgencita, cómo debe estar la cosa por ahí. No descubro nada si digo que Torrecárdenas es un caos organizativo que salva eficazmente vidas gracias a la profesionalidad y el aguante de su admirable personal. Y esta opinión, que seguramente no será compartida por la administración pública andaluza, -que mira lo suyo con una autosatisfacción que se adapta más al terreno de la realidad decretada que a la simple realidad- es un punto de vista amplísimamente compartido, tanto por los usuarios como por los propios profesionales de Torrecárdenas. Y como en esto de las estadísticas son tan eficaces como en la resolución de diagnósticos, anticipo ya que a corto o medio plazo aparecerá, en toda la prensa local, otra encuesta estratégica señalando la “satisfacción generalizada” de los usuarios de Torrecárdenas. Al tiempo.
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