Helena, como su precioso nombre griego con hache señala, es una luz que resplandece en la oscuridad. Dicen que la hermosura únicamente ha de ser apolínea, basarse en la pura apariencia; pero ella es un volcán de Dignidad que emerge desde lo profundo del alma humana, la Belleza primordial. Natural de El Ejido (Almería), la ciudad que sufriera ataques racistas y linchamientos que darían la vuelta al mundo al inaugurarse el nuevo milenio... esa madrastra ingrata que vio su primer amanecer de niña no le ha otorgado el reconocimiento oficial que por su abnegada labor merece. Los ojos negros de Helena Maleno, incansables amantes de la justicia, de la libertad, de la vida misma, nos interpelan acerca de en qué clase de sociedad represiva y cruel nos estamos enfangando a diario, en regresión continua.
Hoy, cuando se escriben estas líneas, un doce de enero de 1610, Sevilla (la que expone en su escudo local ¡todavía! a un genocida) pregonaba el bando real por el que se ordenaba la deportación de los 'moriscos', descendientes de musulmanes que llevaban bautizados desde más de un siglo antes (Pragmática de los reyes ‘católicos’ de 1502). En realidad lo que se produjeron fueron pogromos de odio homicida, latrocinios sin castigo, matanzas como la de Inox (Almería)... en fin, ‘las cruzadas’. De todas esas inquisiciones de amargo recuerdo saben mucho en nuestros exilios en el Magreb, en Abia Yala (la mal llamada ‘América’ por el imperialismo colonial) y en tantos lugares que no se pueden contar.
Las fanáticas persecuciones de carácter doctrinario ahora no se enseñorean con la brutalidad de antaño, o al menos no gozan de la complacencia de la mayoría del común. Han pasado a ser sustituidas por otras de carácter clasista. Incluso el término 'aporofobia' (odio al pobre) ha pasado a engrosar los vocablos del diccionario de la RAE, para bochorno del planeta entero. En vez del progreso humano la carrera del cangrejo, por tener muchos aún por líderes ‘morales’ a los secuaces del Estado más totalitario, patriarcal, plutocrático e hipócrita del mundo, el Vaticano. Éste ni siquiera ha pedido perdón por haber convertido una Nación próspera, la andalusí, de un emporio comercial, industrial y cultural en la más espantosa ruina y miseria de toda Europa.
Helena ha sufrido las amenazas de muerte, la persecución del matonismo de ciertos ignorantes marroquíes de Tánger, su ciudad de adopción, que creen así servir al amo colonialista imitando lo peor de él... ¡qué pronto se olvidan de que un leal Compañero del Mensajero Muhammad (SAS) era negro, igual que los que ha salvado la vida por millares Helena! Se llamaba Bilal (RA), perros racistas ignorantes y cobardes, el Primer Almuédano sobre la faz de la tierra... al que no le llegáis ni a la altura de la suela de sus babuchas.
También incomoda Helena a los de esta orilla, con carnavalera careta de 'cristianos' no sólo por Navidad. Sí, esos mismos farsantes que aplican a la carta su 'constitución' interpretada a capricho; esos que pintan baltasares con betún para mofarse; o se burlan en chirigotas de políticos catalanes encarcelados y proscritos lejos de su hogar (como si el Carnaval no hubiese sido siempre una sátira contra el poder, sino las cerriles gracietas de bufones mamporreros de la tiranía... ¡qué 'valientes' se han vuelto algunos que pisotean impunemente en Cádiz el Legado Inmortal de Salvochea, baluarte invicto del Cantón de la Libertad!).
A instancias de la policía de fronteras del ministro del Interior Zoido, la UCRIF, un juez marroquí procesa al insigne espíritu que un día eclosionara bajo el blanco cielo de Almería, el de la ejidense universal Helena Maleno. Hija de la pentamilenaria Madre de Civilizaciones que alumbrara al gigante Abu-l-Abbas ben al-Arif, almeriense hijo de un tangerino, maestro del murciano Ibn al-Arabí, denominado a su vez por todo el mundo islámico 'el maestro más grande'. Sin embargo desconocen que aún quedan admirables jueces en Marruecos que beben de las fuentes de la Jurisprudencia Andalusí. Por eso el magistrado que la encausa lo primero que hizo - como no podía ser de otro modo si la ecuanimidad y la independencia judicial perviven -, fue darle las gracias por su inapreciable labor humanitaria.
Helena, esplendente faro en la más negra de las noches, orgullo de Andalucía, los Pueblos y la Humanidad, por ti estamos dispuestos a entregar a cada instante nuestra vida entera... porque si no fuese por tu coraje, noble hermana del alma, esta existencia no merecería el esfuerzo de ser vivida.
Helena, Corazón de Al-Andalus, tú eres la Esperanza de los Pueblos erguidos sobre la Madre Tierra libre. ¡No te rindas nunca, fragante flor de almendro del Campo de Dalías, venceremos a la mezquindad, al oscurantismo y a la opresión!
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